Capítulo 4

25 1 0
                                        


Sarah

< Sé que se supone que esto no debería suceder, pero nos sucedió. Al menos a mí y algo me dice que a vos también. Y como mi segundo nombre es impulsividad, te pregunto, ¿te gustaría ir a tomar algo en los próximos días para charlar y conocernos? No como paciente. Sino como Clara.

Me dio una corriente eléctrica en la nuca y en otros lugares al leer eso. Todavía no termino de entender si es miedo o gusto. El corazón me late con fuerza. Una parte de mí cree que lo mejor sería apagar el teléfono, mudarme de país y no verla nunca más. La otra parte, la realista, dice que debo seguir mis impulsos, pero desaparecer del mapa no es factible.
Antes de que pudiera responder, me entra otro mensaje.

<Te juro que si me decís que no, no escribo más. Incluso puedo ir en otro horario y solicitar otro kinesiólogo, así no nos cruzamos y no corremos riesgo. Pero...si no me respondes nada, voy a pensar en que lo estás considerando.

Obvio que lo estoy considerando.
Obvio que quiero. Quiero todo si es con ella. Esa química cuando nos vemos no se siente con cualquiera. El solo hecho de imaginar a Clara diciendo mi nombre, seduciéndome, acostada en mi pecho me hace pensar en el paraíso.
Mi ética profesional se enreda con mi deseo.

Respiro profundo y, luego de pensarlo varios minutos, respondo:

Mañana tengo un día largo. Pero a partir de las 20hs estoy libre, en verano es un buen horario. Podríamos ir a cenar si queres. Y charlamos. >

Se ve que Clara sigue en línea, me responde al instante.

< ¿Charlar es un eufemismo?

Cierro los ojos, esta mujer es increíble. Sonrío y respondo:

No lo sé todavía. Depende de cómo me mires >

***

Clara

Es martes. Es un gran día porque, gracias a mis amigas y a algunos familiares, mi tarjeta virtual profesional se difundió por todas las redes sociales y llegó a muchas personas que me escribieron. Bueno, en realidad muchas no. Solo dos. Pero pasé de cero pacientes a dos. Eso está muy bien. Después de tres meses de haberme recibido, finalmente llegó el momento de tener un encuentro virtual con dos mujeres que me escribieron porque quieren empezar su proceso terapéutico.

Por suerte, tengo habitación propia y auriculares. Además, mi mamá se fue a trabajar y mi hermana está en el colegio. Así que voy a estar tranquila. Se nota que la sesión de entrevista será virtual, porque debajo tengo un jogging y arriba estoy bien formal. Tengo puesta una musculosa roja, una cadenita que me obsequió mi mamá hace algunos años, el pelo planchado y estoy sutilmente maquillada.

Tengo preparado un cuaderno en donde pienso anotar todo lo que crea necesario de esta primera paciente. Solo queda esperar a que la mujer se conecte a la videollamada Zoom.

Unas horas más tarde, ya agendo a mis primeras dos pacientes. Estoy feliz. De a poco va queriendo. Aunque tengo que confesar que no estoy feliz solo por esto, sino que hoy tengo una cena y estoy pensando qué ponerme. Tengo un vestido marrón, corto, al cuerpo, que para ir a kinesiología es imposible usarlo, peeeero...es muy lindo y quedaría genial para esta cena que no nos animamos a llamar "cita". Priorizo estar fresca porque es verano pero atractiva porque la cena es con la kinesióloga.
Una vez que decido el outfit, me lo pruebo. Me convence. Así que me lo dejo puesto. Ya sé que aún faltan unas horas, pero no tengo una cita hace meses, por lo que me entusiasma.

En solo 10 sesionesWhere stories live. Discover now