35.- Un infierno que persigue

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Dante.

Mi padre sabe que algo ha ocurrido cuando entro a su habitación completamente empapado y con la respiración agitada.

—¿Dante? ¿Qué te ocurrió? —inquiere incorporándose de la cama —¿manejaste hasta aquí con esta lluvia?

Se aproxima hasta donde me encuentro, intento hablar, intento decir cualquier cosa, pero no me sale ni una maldita palabra.

—¿Qué pasa hijo?

Me rompo en el segundo en el que su voz se vuelve más suave. Niego con la cabeza siendo incapaz de emitir algo más que el sollozo que se me escapa de los labios.

Papá no pregunta, se acerca y sin importar que estoy completamente empapado, me abraza. Sus brazos me envuelven con firmeza mientras yo permanezco en silencio, incapaz de decir nada. Solo aprieto los ojos, apretando los dientes para no gritar de pura rabia y dolor.

No sé cuanto tiempo permanezco de esa manera, aferrándome a mi padre hasta que soy capaz de decir algo.

Él me observa. Espera. Intento hablar. Intento decir cualquier cosa, pero no me sale ni una palabra.

Solo un susurro:

—Me mintió.

Mi padre frunce el ceño.

—¿Quién?

—Val.

Papá adopta un gesto comprensivo.

—Necesitas un cambio de ropa —dice —te daré algunas prendas del armario, cámbiate. Prepararé un poco de café, no queremos que cojas un resfriado.

Se aparta, apenas y tengo fuerza para moverme, pero termino caminando hacia el baño de la habitación, tomo una inhalación mientras cierro los ojos e intento dejar de pensar en todas las cosas que han ocurrido en las últimas horas.

Llevo la mano hacia mi pecho, tratando de eliminar la presión que se ha instalado desde que salí de casa. Mi celular vibra en alguno de mis bolsillos, maldigo mientras lo saco y me apresuro a quitarle la humedad, gracias al cielo parece no estar dañado, noto el nombre de Valentina en el registro de llamadas perdidas.

Apenas soy capaz de abrir la aplicación de mensajes y buscar su nombre.

"Me quedaré en casa de mis padres, no tienes que salir de casa".

Pulso el botón de enviar y la confirmación de lectura aparece, pese a las innumerables llamadas que ha dejado en mi buzón, el mensaje no tiene respuesta. El par de toques en la puerta rompen el silencio, papá ingresa y me entrega el conjunto de ropa limpia junto con la toalla.

No dice más.

Me cabio en silencio sintiéndome apenas aliviado cuando me deshago de las prendas heladas y me coloco las secas, cuando me encuentro con mi reflejo en el espejo, apenas y me reconozco.

Tengo los ojos rojos, inyectados en algo que no quiero reconocer. Mi cabello es un desastre que apenas y me molesto en acomodar con la mano, bajo la cabeza un segundo intentando entender como es que llegamos a este punto.

Para cuando llego a la cocina, mi padre ya se encuentra sentado frente a la barra, con un par de tazas humeantes en el medio. Mi madre está a su lado y tengo la tentación de darme media vuelta y marcharme, pero la forma en la que ella me mira, sé que ahora no tengo oportunidad de escapar.

Me deslizo sin ganas en el asiento frente a ellos. No me presionan, nos quedamos en silencio hasta que me siento con las fuerzas para hablar del desastre que ocurrió.

Un desastre llamado amor.(SL#6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora