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La noche era su mejor regalo, el silencio su mejor compañía.

Sus manos estaban aferradas a lo único que los hacía sentirse vivos.

Sus labios probando la dulzura de los suyos una vez más, y su recién aplicado labial se había arruinado. Parte de su rostro estaba cubierto por huellas de besos de un color vino que contrastaban en su piel. Si pudiera con gusto se tatuaba los besos de Jinx en su cuerpo y que todos supieran de su relación.

Que supieran quien le pertenecía a quien.

Sus manos se sumergían en el interior de esa enorme camisa, sintiendo su suave y cálida piel. Sus cuerpos iluminados por la luz del fuego ensombreciendo sus siluetas entrelazadas.

La fricción de sus caderas contra el eran una droga tan jodidamente adictiva para su ser.

El eco de la música se seguía escuchando desde la planta de arriba, pero la única melodía que los envolvía era la suya.

Sus gemidos, sus suspiros y el sonido de sus labios conectando se una y otra vez.

Jinx ni siquiera estaba bien cubierta, solo traía su pieza de ropa interior de abajo y esa camisa, por lo que el camino hacia sus senos estaba completamente libre.

Masajeaba delicadamente solo para que Jinx pudiera disfrutarlo.

Mientras todos bebian y bailaban, ellos se entregaban al amor que se habían guardado durante años.

Solo un movimiento, y su camisa se le fue arrebatada en pocos segundos.

Ahora estaba expuesta, expuesta a el.

Ekko también, se había desecho de su camisa segundos después de que Jinx y el habían decretado su nuevo objetivo.

Está noche tenía que ser eterna. Tenía que durar, al menos 4 malditos segundos más.

Jinx movía sus caderas en oleajes para transmitirle el mismo placer que Ekko le había proporcionado momentos antes. Todo estaba claro, una sola vez no era suficiente.

Se apoyo sobre sus manos arqueando su espalda hacia atrás mientras se seguía moviendo. No hubo resistencia, solo un ligero movimiento de su mano para sujetar su cadera, solo para que supiera que la necesitaba mas cerca.

Cada movimiento era maldita agonia que disfrutaba como nunca.

Su cabeza se echó para atrás mientras sentía como Jinx mejoraba con cada ola de sus caderas, jadeaba y gemía en voz baja, este era el cielo y a la vez su maldito infierno.

Estaba desesperado, la necesitaba otra vez, la necesitaba mas que antes.

Aunque lo odiaba, detuvo en seco los movimientos de Jinx, está se sorprendió mucho por su retención.

¿Acaso hizo algo mal?
¿No lo complació lo suficiente?
¿Acaso el ya no quería hacerlo?

Sus preocupaciones se desvanecieron cuando vio como el mismo ekko se bajaba los pantalones y consigo la ropa interior. Soltó un jadeo entrecortado entre el alivio de saber que no era una marcha hacia atrás y la sorpresa de ver al amigo de ekko tan necesitado.

Se dejó llevar por el deseo, se dió la vuelta dándole la espalda a Ekko y empezó a frotar su intimidad contra la suya. Fricciones que hacían a ekko gemir con cada roce de su próstata contra la tela humedecida de la ropa interior de Jinx.

Se sentó sobre el y siguió con sus movimientos, dulces, intensos y placenteros.

Ekko se había limitado a saborear sus deleitantes movimientos, pero ahora quería más.

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⏰ Son güncelleme: Jun 08 ⏰

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