-¿Quién es mi Omega? -gruñó Harry, su voz grave, ronca, con un filo de amenaza en cada palabra.
Draco no respondió de inmediato, su orgullo luchando contra su cuerpo.
Entonces un dedo lo rozó justo ahí, provocándole un espasmo que lo dejó sin aire...
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Draco llevaba la túnica impecable, aunque sus ojos reflejaban concentración.
Había arrastrado, literalmente, a Hermione y Ron hasta Hogsmeade bajo el pretexto de que "necesitaba opiniones decentes", lo cual, en boca de Draco Malfoy, era casi una súplica encubierta.
-¿Y por qué exactamente estamos haciendo esto?-preguntó Ron mientras caminaban entre los puestos-No me malinterpretes, Malfoy, me agrada hacer cosas raras desde que Blaise me... bueno, eso no importa. Pero comprar un regalo para Harry. ¿Tú?
Draco lo ignoró.
Se detuvo frente a una vitrina de relojes encantados, pero los descartó con una mueca.
No era suficiente.
Hermione, que caminaba a su lado, apenas hablaba.
Olía a libros antiguos, a mantequilla de maní cálida, café recién hecho y... una pizca de licor dulce: Bailey's.
Draco también notó un perfume más reciente: Pansy.
La miró de reojo, pero no dijo nada.
-Tiene que ser algo único-murmuró Draco, más para sí-Algo que le diga "soy tuyo", sin que parezca que estoy... desesperado.
Ron soltó una carcajada.
-Vaya, eso sí que no lo creí escuchar jamás de tu boca.
-Cállate, Weasley-
Caminaron un poco más, hasta que pasaron frente a una tienda de instrumentos mágicos antiguos. Draco se detuvo en seco.
En la vitrina, descansaba una pequeña brújula mágica que, según el cartel, siempre apuntaba a quien más deseara el corazón del portador.
El marco era de plata pulida, con detalles serpentinos en los bordes.
Hermione se acercó.
-¿Eso es...?-
-Perfecto-susurró Draco, con una sonrisa felina-Harry la usará... y siempre lo apuntará hacia mí.
Hermione asintió suavemente.
No dijo nada más, aunque su aroma se intensificó con una nota emocional, como quien comprende demasiado bien lo que significa amar a un Alfa que puede devorarte y reconstruirte al mismo tiempo.
Ron, mientras tanto, miraba distraídamente una repisa con golosinas mágicas.
Su olor a pan de higo y té de jazmín estaba suavemente teñido con la esencia más reciente de Blaise: pergaminos, vainilla, amaretto y esa mezcla de hierba recién cortada que se quedaba en la ropa después de un paseo largo.
-¿Y vas a envolverlo con sangre de unicornio también?-bromeó Ron, al ver que Draco pedía que el regalo fuera envuelto con tela de seda oscura.
-Claro que no, pero ro no me tientes, Weasley-
Cuando salieron de la tienda, Hermione rompió el silencio:
-¿Le dirás que estuviste todo el día buscando esto?-
Draco negó con la cabeza, con una sonrisa más suave que orgullosa.
-No, solo le diré que me llamó la atención, y eso será suficiente para él.
Y Hermione lo supo: Draco estaba enamorado.
Profunda, incondicional y desesperadamente.
Solo que lo hacía con la elegancia de un Omega que jamás admitiría necesitar a nadie.
Mientras Draco, Hermione y Ron recorrían Hogsmeade con la elegancia de un plan secreto, Harry estaba desplomado sobre un sillón de terciopelo en una sala poco iluminada del dormitorio de Slytherin.
En la mesa, tres botellas a medio acabar de licor de cereza embrujada tintineaban entre risas, cigarrillos mágicos y comentarios absurdos.
-No puedo creer que me dejara solo -bufó Harry, refiriéndose a Draco, aunque con una sonrisa distraída- ¿Ir a comprar sin mí?
-Tiene sentido-dijo Blaise, apoyando los pies en la mesa mientras jugaba con una moneda entre los dedos-Los Omegas dominantes hacen esas cosas, Independencia teatral. Dramáticamente encantadores.
-Suena como tú describiéndote en tercera persona-añadió Theo desde el rincón, donde leía un libro aunque tenía la mirada puesta en todos.
Blaise solo sonrió.
Él olía a vainilla tibia, a pergamino antiguo y a esa mezcla embriagadora de amaretto con hierba recién cortada.
Ron se le impregnaba en la piel, incluso sin estar ahí.
Y le gustaba.
Pansy, por otro lado, estaba tirada boca abajo sobre la alfombra, haciendo flotar plumas en el aire con un encantamiento mal hecho mientras murmuraba cosas como:
-Hermione Granger tiene el cuello más hermoso de todo Hogwarts, me dan ganas de dejarle marcas, lindas, obvio.
-Tú lo que tienes es un encaprichamiento hormonal-dijo Theo sin levantar la vista-Eres un Alfa común, Pansy Lo que tú quieres es atención.
-¿Y qué si la quiero? ¿Has olido a Granger? Libros, café, mantequilla de maní, un toque a Bailey's y ahora, ahora huele a mí.
Un poco.
Tal vez.
Harry bebió de su vaso sin decir nada.
Aunque estaba riendo con Blaise, sus ojos no se despegaron de la puerta.
Su magia estaba inquieta, como si el lazo con Draco se moviera.
Como si su Omega pensara en él.
O lo necesitara.
No era que desconfiara... pero estaba alterado. Poseído por esa necesidad Alfa de asegurarse que Draco le pertenecía.
-¿Estás bien, Harry?-preguntó Theo al notar su ceño fruncido.
-Sí-murmuró Harry, pero su voz vibraba.
Blaise lo miró de reojo, una ceja alzada.
-No me digas que estás en modo Alfa celoso, ¿Otra vez?-
Harry no respondió.
Y entonces, en la puerta, algo golpeó tres veces.
Un perfume familiar entró en la habitación antes que la figura.
Seda, elegancia, y ese aroma a tormenta y flores de luna que solo Draco Malfoy tenía.
-Potter-dijo, con una caja elegante entre los dedos-No sabía que estabas haciendo una orgía alcohólica mientras yo me partía la cabeza por ti.
Harry se puso de pie de inmediato, y los otros contuvieron la respiración.
Pansy murmuró:
-Mierda, se puso bueno-
Nmms' yo pongo este: - y de pone - Alguien que me explique xq chingados se cambia.
Pd: aunque no lo crean yo leo todos los comentarios ajjajjaja y le doy corazón ❤️ Me gusta leerlo :) Prometo actualizar más seguido 💕