Guido.
No puedo parar de pensar en ella...Melisa.
¿Cómo mierda hizo para desaparecer así?¿Cómo se me escapó de las manos?
Me carcome la idea de que haya estado todo el tiempo un paso adelante y yo ni me diera cuenta. Porque no sé ni contra qué estoy peleando.
Estamos todos en la sala. Julia, sentada en el borde del sillón como si no quisiera tocar nada. Abril a mi lado. Patricio tirado como si esto fuera un puto asado con amigos. Y yo, con la mandíbula tensa y mi peor cara de orto desde que empezó el día.
—Capaz se cansó, ¿no? —tira Patricio, como si nada, yo suelto una risa irónica, negando con la cabeza. Sabiendo perfectamente que se estaba engañando a él mismo. —Viste cómo es Melisa. Cuando se harta, se va y después vuelve cómo si nada.
—¿Justo después de matar a una piba? —Él se encoge de hombros, como si le chupara un huevo. Así que me obligo a ser incisivo, sólo porque puedo, sintiendo la necesidad de lastimarlo. —¿Y sin llevarse a su perrito faldero?
—Cómo si fuera la primera vez que me deja por irse con otro.
Julia le lanza una mirada que si pudiera matar lo dejaba tieso ahí mismo.
—¿Podés callarte? De verdad te lo digo. Me estás rompiendo bien las pelotas.
—Trato de calmar un poco el ambiente —Le responde, y se sirve un whisky. A nadie le importa de dónde lo sacó. Lo miro y me dan ganas de romperle el vaso en la cara. Pero no lo hago, no todavía. —. Y de verdad pienso que por ahí no está tramando nada...y simplemente se fué porque se quería ir.
—Cortémosla —Pido finalmente, sin levantar la voz, pero con los dientes apretados. Me siento irritable, últimamente soy una bomba de tiempo, cualquier cosa es capaz de hacerme explotar. —. Tenemos que encontrarla, y tenemos que hacerlo ya.
Ahí es cuando Patricio se pone derecho y frunce el ceño. Lo conozco, cuando hace eso, algo se le cruzó. Milagrosamente se le cayó una idea.
—Pará...creo que sé a dónde puede haber ido. Hay una casa a las afueras de la ciudad. Se la quedó después de... bueno, de uno de sus quilombos. No tiene vecinos, la usamos un par de veces para unas fiestas. Eso sí, tiene cámaras por todos lados.
—¿Y recién ahora lo decís, pelotudo?
Se encoge de hombros nuevamente, y me saca.
—Se me vino a la cabeza recién, si te molesta igual no te digo más nada.
Lo ignoro, porque no me sirve putearlo, aunque me calmaría un rato. Lo único que me sirve ahora es moverme.
—Vamos ésta noche.
Me incorporo del sofá con un suspiro pesado, por fin se terminó la charla. Pero entonces, Abril me toca el brazo. Su mano es suave y firme en partes iguales. No me mira con su característica dulzura. Me mira con esa cara de cuando está a punto de soltarme una verdad que me va a partir el pecho.
—Quiero hablar con vos, solos. —No dice nada más, y yo tampoco me tomo la molestia de responder, simplemente asiento y comenzamos a subir las escaleras. Siento cómo cada escalón me pesa. Estoy agotado, irritado, y definitivamente no quiero discutir. Pero sé que es exactamente lo que vamos a terminar haciendo.
Nos metemos en la pieza y cierro la puerta detrás de nosotros con más fuerza de la necesaria. Abril se queda parada ahí, en el medio, cruzada de brazos. No me gusta cómo me mira.

ESTÁS LEYENDO
ESTADO SALVAJE - GUIDO SARDELLI | AIRBAG
VampireElla siempre había deseado que finalmente aquellos ojos que tanto admiraba un día se fijaran en su dirección. Observaba embelesada como sus manos recorrían aquella guitarra, con su cabello rubio descansando sobre sus hombros y su semblante enigmátic...