El silbato sonó, fuerte y claro, marcando el inicio del partido. Las gradas estallaron en vítores, y justo después nos tocó a nosotras, las animadoras salimos primero, posicionándonos a los lados de la cancha con nuestras pompones al ritmo de los tambores.
Mi corazón latía tan fuerte que sentía que los demás podían escucharlo. Las primeras porras salieron casi automáticas, ensayadas una y otra vez durante días. Mi cuerpo se movía por memoria muscular, pero mi mente estaba a mil por hora. Era imposible no pensar que todos los ojos estaban sobre nosotras. Y sobre mí.
Pero a medida que los minutos pasaban, algo dentro de mí empezó a cambiar. Los aplausos, el ritmo, la energía del público... me fui soltando. Sonreí, giré con más fuerza, grité con más entusiasmo. Me di cuenta de que no tenía que ser perfecta. Solo tenía que disfrutarlo.
El partido comenzó con intensidad. El equipo contrario no se andaba con rodeos, y nuestro portero tuvo que lanzarse más de una vez para evitar un gol tempranero. Sin embargo, en cuanto Nolan tocó el balón, fue como ver a alguien transformarse. Era rápido, preciso, elegante con los pies. Como si el balón fuera una extensión de él.
Y lo hizo.
Primer gol.
El estadio rugió, salté y grité con todas mis fuerzas. Nolan corrió celebrando, pero no hacia sus compañeros. Corrió hacia nuestro lado de la cancha, hacia donde estábamos nosotras. Su mirada se clavó en la mía y, aún con la respiración agitada, se llevó la mano al pecho, dibujó un corazón con los dedos, formó una "O" en el aire y luego me señaló con una sonrisa que me hizo olvidar cómo se respiraba.
Pude leer en sus labios, claro y dulcemente: Para ti, mi amor.
Sentí que el corazón se me derretía. Literalmente. Jossy a mi lado me empujaba y reía, gritándome cosas, pero yo solo podía mirar a Nolan.
El juego siguió con la misma intensidad. El otro equipo anotó también, pero Nolan no se quedó atrás. En una jugada rápida, en medio del caos, esquivó a dos defensas y anotó su segundo gol. De nuevo, me miró. Me guiñó el ojo. Y yo volví a derretirme.
—¡Por Dios va a hacer que me desmaye! —murmuré entre risas, con el rostro rojo.
El medio tiempo llegó con el marcador empatado. El ambiente estaba tenso, todos sabían lo importante que era ganar este partido.
Y ahora, nos tocaba a nosotras.
—¡A sus posiciones! —gritó la entrenadora.
Nos formamos en el centro de la cancha mientras los jugadores se hidrataban a los lados. Era nuestro momento de brillar.
La música empezó. El ritmo era rápido, enérgico. Todo iba saliendo como en los ensayos. Pero luego venía la parte crucial: la voltereta que solía hacer Nora. Ahora era mi turno.
Respiré hondo. Recordé cada indicación. Corrí, impulsé mis piernas y volé por el aire. La voltereta salió perfecta. Caí con firmeza, extendí los brazos y sonreí.
El estadio explotó en aplausos.
—¡Eso es, Liv! —escuché la voz de Jossy, emocionada.
Y entre todo el bullicio, los vi.
Nolan y Connor estaban del otro lado, en la banca, bebiendo agua. Ambos me miraban con una mezcla de sorpresa y admiración. Nolan sonreía de oreja a oreja y aplaudía con entusiasmo, los ojos brillándole de orgullo. A su lado, Connor me guiñó un ojo y levantó el pulgar, con una expresión divertida.
La música llegó a su fin, y corrimos hacia los costados, respirando agitadas pero sonriendo como locas.
Justo antes de volver a entrar a la cancha, vi a Nolan salir disparado en mi dirección. Se acercó corriendo, me sostuvo por la cintura y me plantó un beso rápido pero intenso.

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Eres para mí ♡ [Completa]
Teen FictionOlivia Hall siempre ha soñado con un amor como el de sus padres: intenso, verdadero y capaz de superar cualquier obstáculo. Por eso, cuando Ryan, el chico más popular del instituto, empieza a demostrar interés en ella, Olivia cree que por fin ha enc...