19. Y esa es la diferencia

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Andrew Price

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Andrew Price.

23 de noviembre, 2019.

Debería haber dejado de beber cuando dos latas de cerveza se convirtieron en cinco, pero el idiota a mi lado, que emite un eructo tras darle un gran trago a su bebida, ha sido una pésima influencia. Me reta a beber hasta que alguno de los dos caiga borracho primero. Es infantil, lo sé, pero desde que Darién empezó a salir con Venus, verlo en casa se ha vuelto algo habitual. Me ha demostrado que soy su único amigo y no lo juzgo, porque él también es mi único amigo. Al menos el más cercano, mi primera y única opción para molestar en un día tan aburrido como este.

Visto que ninguno tenía algo mejor que hacer, pese a que realmente yo debería estar estudiando para mi especialidad, decidimos sentarnos a beber mientras contemplamos las luces de la ciudad desde el balcón y hablamos sobre nada en especial.

—Ya tenemos 24 años —dice Darién con un tono reflexivo.

—Y pronto serán 25.

Suspira y luego ríe.

—¿De qué te ríes? —frunzo el ceño y le doy un sorbo a mi lata.

—Nunca imaginé estar aquí contigo un sábado por la noche.

—Ah, ¿extrañando tu vida de soltero que vivía la vida loca?

—¿La verdad? No. Fue una buena etapa, pero no la extraño. Ahora las fiestas son mejores con la compañía de la mujer más hermosa y preciosa: mi novia, Venus. Desde que la vi... —lo observo sonreír y negar con la cabeza como un tonto—, supe que no habría vuelta atrás, que ella sería mi todo. Y ahora... ahora soy un idiota enamorado que piensa en matrimonio y en hijos.

—Vaya... Hijos. Un mini tú sería interesante de ver —agrego, imaginándome a una versión pequeña de mi amigo con una personalidad similar a la suya. Pobre Venus.

Ríe.

—Es lo que veo cuando miro a Venus a los ojos.

—Siempre supe que cuando conocieras a la correcta, te entregarías por completo —confieso con sinceridad. Él sonríe.

—¿Tú qué ves cuando la miras a ella? —pregunta y alzo las cejas.

—¿A Venus? Oye, sé que somos mejores amigos y que a veces compartimos, pero...

Darién empieza a reír, y yo también.

—Imbécil, ¡Nunca se puede hablar contigo! —niega, despeinándose el cabello.

—Bueno, no es mi culpa que la gente no sepa hablar.

Rueda los ojos y, tras unos segundos, dejo escapar un suspiro sin borrar la sonrisa.

—¿Qué veo cuando miro a Jade? —meneo la lata de cerveza con una mano, sintiendo la atención de Darién sobre mí, expectante.

Le doy un trago a mi cerveza y miro la luna, pensando en que sus ojos son como dos lunas pequeñas y brillantes. Su sonrisa, cálida y llena de felicidad, me hace desear no dejar de mirarla; la forma en que se sonroja con facilidad...

Hechizada [PARTE 1 COMPLETA - PARTE 2 EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora