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— 🍂 ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ
La luz del amanecer se filtraba entre las cortinas, dorando la habitación con una calidez suave. Kalani se removió entre las sábanas y soltó un gemido bajito.
- Ay, demonios... - Susurró, más para sí que para él. Le dolían los muslos, el cuello ardía, y entre las piernas sentía una mezcla de eco y vacío, como si su cuerpo aún vibrara con la intensidad de la noche anterior. Le dolía todo... pero de la mejor manera posible.
Paul gruñó bajito al sentirla moverse, y de inmediato la abrazó contra su pecho desnudo.
- ¿Dónde crees que vas? - Su voz rasposa le vibró en la espalda - Todavía no termino contigo.
Kalani soltó una risa ahogada sin girarse.
- Por favor, ya no. Me duele todo.
Paul la giró despacio, haciéndola quedar de frente. Tenía el cabello alborotado, la mandíbula marcada por la sombra de la noche, y una sonrisita ladina que nacía desde lo más hondo de su pecho.
- No me culpes, tú me provocaste - Dijo, acariciando con descaro la curva de su cintura - ¿Un rapidín?
Él empezó a besar una vez más el cuello de la chica, cerca de la mordida de la noche anterior. Ella soltó un suspiro mientras le enredaba una mano en el cabello.
- Ni lo sueñes.
Kalani apenas estaba recuperando el aliento del infierno celestial que había sido la noche anterior, cuando Paul volvió a deslizarse por debajo de las sábanas.
- Paul - Murmuró ella, entre risas cansadas, al sentir su boca caliente en el vientre.
- Solo una más - Susurró él, con voz ronca - Una cortita. Prometo que esta vez me controlo.
- Mentiroso - Lo empujó, todavía riéndose - Ya ni siento los huesos.
- Pero sí me sientes a mí.
- Eres insoportable.
- Y tú eras la que me lo pedía una y otra vez - Gruñó él, deslizando los labios por su pecho - No te hagas, Kalani. Literalmente llorabas porque no me detuviera.
- ¡No dije eso!
- ¿No? ¿Entonces quién gritaba "no pares, por favor, otra vez"?
- ¡Paul!
- Ay, lobita - La miró desde su posición con una sonrisa de lobo - Si vamos a hablar de provocaciones, tú empezaste. Yo solo obedecí.
Kalani se tiró hacia atrás, cubriéndose la cara mientras reía, vencida y feliz.
- Te odio.
- Me amas.
Y ella no lo negó.
Kalani se terminó envolviendo en las sábanas por pura dignidad. Paul ya iba por su tercer intento de "rapidín suavecito" cuando ella, con un quejido se levantó de la cama.