Gotak se quedó unos segundos mirando hacia donde Haeun había desaparecido, con la respiración agitada y la sangre corriéndole por la comisura del labio. Se pasó el dorso de la mano por la boca, gruñendo entre dientes.
—¿Qué demonios hacía aqui esa maldita mocosa? —escupió, furioso, zarandeando su propio suéter arrugado—. Se mete en donde no la llaman, y luego sale corriendo como si todos fuéramos unos monstruos.
Jun Tae, todavía con el rostro pálido y los lentes torcidos, intentó decir algo para calmarlo, pero Gotak no lo dejó.
—¡Malagradecida! —vociferó, pateando una lata que rodó haciendo un ruido metálico por todo el callejón—. Y encima se pone toda digna, que estupida.
A pesar de sus palabras, su mirada seguía fija en el camino por donde Haeun había desaparecido, como si esperara verla volver en cualquier momento.
ParkHu, que había estado escuchándolo con una sonrisa cada vez más divertida, se acercó despreocupadamente. Se plantó justo a su lado, lo miró de reojo y, antes de que Gotak pudiera decir algo más, le sacudió el cabello desordenado con una mano amplia y juguetona.
—¿Qué pasa, Gotak? —preguntó con picardía, soltando una carcajada—. ¿Por qué tanto interés en la chica?
Gotak apartó su mano de un manotazo, frunciendo el ceño y poniéndose aún más rojo, no se sabía si de la vergüenza o del enfado.
—Cállate, Parkhu —gruñó, pero su voz sonó menos amenazante de lo que pretendía. Más bien sonaba como un berrinche frustrado.
ParkHu soltó otra risa, dándole un par de golpecitos burlones en el hombro antes de caminar despreocupadamente hacia Sieun, que seguía recuperándose del golpe, mientras tarareaba alegremente la canción de Slam Dunk que aún sonaba bajito desde su celular.
Detrás, Gotak se quedó mascullando insultos, pero su mirada, terca y cargada de algo que no quería admitir ni siquiera ante sí mismo, seguía anclada al recuerdo de Haeun alejándose, con la mochila colgando y la sangre resbalándole por la ceja.
Haeun se encerró en su habitación, furiosa. Tiró la mochila contra el suelo con un gruñido y fue directo al espejo. Tenía una pequeña cortada en la ceja, el labio hinchado y el brazo adolorido. Se quejaba entre dientes, maldiciendo mientras limpiaba la herida con torpeza.
—Maldito Hyo Man... ¿quién se cree que es para agarrarme así? Estúpido imbécil… —farfulló, aplicándose un poco de antiséptico con una mueca de dolor.
Después colocarse un pequeño parche en la ceja, abrió el cajón de su escritorio, sacó una caja metálica y de ahí un cigarro. Caminó hacia la ventana, la abrió de par en par y encendió el cigarro con un mechero gastado. Inhaló profundamente y luego dejó salir el humo hacia afuera, mirando el cielo apagado.
Suspiró, con el pulso aún acelerado por la pelea, por la caída, por todo. Cerró los ojos un segundo, intentando calmarse.
—Juro que si lo vuelvo a ver, lo pateo en la cara…—susurró para sí.
—¿Y si yo lo pateo por ti? —dijo de pronto una voz baja desde la ventana.
Haeun dio un salto, asustada, y al mirar hacia el exterior, vio la figura de Seong Je, apoyado con un brazo en el marco de la ventana como si nada. Estaba despeinado, llevaba la mochila colgando de un hombro y la miraba con esa mezcla de calma y fuego que siempre la desarmaba.
—¡¿Qué demonios...?! ¿Seong Je? ¿Qué haces aquí?
Él no respondió. Simplemente se acercó, metiéndose por la ventana con toda la confianza del mundo. La sujetó por la cintura, la atrajo con fuerza y la besó. Fue un beso corto, duro, casi castigo, después le quitó el cigarro de los dedos con suavidad, lo llevó a sus labios y fumó él también, sin apartar la mirada.

ESTÁS LEYENDO
𝗸𝗶𝘀𝘀 𝗺𝗲 𝘂𝗻𝘁𝗶𝗹 𝗶𝘁 𝗵𝘂𝗿𝘁𝘀, seongje x ocfem
Short Story𝐊𝐔𝐇 - Este fanfic no busca romantizar relaciones tóxicas de ninguna manera. A lo largo de la historia se tratarán temas sensibles como violencia en pareja, dependencia emocional, manipulación, entre otros. Si decides continuar leyendo, por favor...