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Maldita sea su suerte, sólo llevaban un día caminando, y el clima había comenzado a cambiar para mal. Al parecer, se acercaría una gran tormenta, ya podía sentir el aire frío y húmedo y las nubes grises cubriendo el cielo.

—Tendremos que buscar un lugar donde refugiarnos.

—¿Por qué?

—Se acerca una tormenta.

Gala miró hacia el cielo, frunciendo levemente el ceño. ¿Una tormenta? Pues habían algunas nubes grises, pero nada que anunciara una tormenta, tal vez simplemente iba a llover un poco.

Ezlang se subió a un árbol, observando la zona. ¿Donde diablos refugiaría a Gala ahora?

—¿Estás seguro que es una tormenta y no sólo lluvia?

El rey decidió ignorarla, mientras evaluaba sus mejores opciones en ese momento. No tenía tiempo ya de construir un refugio para ella, o quizás...

Se bajó de un salto y tomó una especie de hacha que llevaba consigo, comenzando a caminar seguido por Gala.

—Es lo mejor que hay por el momento hasta que pasen los vientos más fuertes —le dijo mirando dos arboles que estaban enfrentados entre sí, de gruesos troncos.

—¿Nos quedaremos bajo estos árboles?

—No, Gala —pronunció mirando a su alrededor—. Quédate aquí, iré a buscar unas ramas más finas y algo con que comenzar a unirlas, no te muevas ¿Okay?

—Está bien.

Cuando el castaño se marchó, Gala tomó algunas hojas que fue encontrado a sus alrededores, comenzando a colocarlas en el suelo entre ambos árboles. Sentarse sobre las hojas era mejor que en la tierra directa.

Suspiró y se sentó allí, cerrando los ojos por un momento, apoyándose contra uno de los árboles. Estaba muy cansada, llevaban caminando sin parar horas, y ella no estaba acostumbrada a tanto desgaste físico.

***

—Miren lo que encontramos en la selva —pronunció un oficial, empujando a un muchacho que traía amarrado de pies y brazos—. Demuestra respeto ante tu soberano, imbécil —masculló empujándolo por la espalda, haciéndolo caer de frente al suelo y que gruñera.

—Así que esté es el guerrero que se llevó a la joven Tariel —expresó Izlang acercándose a él—. Y por lo que veo, a ella no la encontraron ¿Dónde está la muchacha, oficial?

Lo tomó de su ropa y lo hicieron arrodillarse, jalándolo del cabello para que levantara la cabeza y observara a su actual rey.

—Te hice una pregunta, responde.

Ivanska lo observó y no pronunció nada, luciendo serio.

—Vamos, no seas orgulloso, sería una pena tener que torturarte para que hables ¿No lo crees? Eres de los pocos Jagears que hay en este momento —sonrió el moreno—. Una raza muy fuerte, formidable, pero demasiado orgullosa.

Lo tomó del rostro y apretó sus dedos en la fuerte mandíbula del muchacho.

—Dicen que tienen la mordida más fuerte entre todos los guerreros... ¿Tienes idea de cuánto sufrirás si te la quiebro?

Lo miró, sin pronunciar palabra alguna, haciendo sonreír ampliamente a Izlang.

—Quiero que salgan todos de aquí, y me dejen solo con el gato.

—Pero señor-

—Ahora —pronunció serio.

En cuanto salieron todos, Izlang caminó alrededor de Ivanska, observándolo.

—¿Con quien está tu lealtad ahora mismo? ¿Con Ezlang o tu mujer?

Pero Ivanska no respondió una vez más.

—Escucha, muchacho, yo también tuve tu edad, pero hay que ser inteligente ¿Sabes? Hacer un buen trato, en el momento correcto, te puede traer grandes beneficios. Así que —sonrió parándose frente a él—. Júrame lealtad, y te aseguro que tu mujer y tú, podrán vivir libremente juntos ¿No es lo que quieres? ¿Una familia feliz junto a ella? ¿Vivir para conocer a tus cachorros? Porque sí, las gatitas como ellas engendran muchos cachorros por camada ¿Lo sabías?

Ivanska apretó la mandíbula, ahogando un gruñido en su garganta.

—¿Quieres conocer a tus hijos, verdad? De seguro serían grandes guerreros, piénsalo. Fuertes y grandes como tú, y con la agilidad de ella para correr grandes distancias en poco tiempo. A mí me interesan esos cachorros quizás tanto como a tí, serían mis protegidos ¿Qué mejor que eso? —sonrió—. Te prometo una vida de nobles, si me decís ahora mismo donde está Tariel. De lo contrario, no podrás conocer a tus hijos, y de todos modos, me quedaré con ellos.

El muchacho lo siguió observando, sin pronunciar palabra alguna.

—Okay —le dijo Izlang ya perdiendo la paciencia—. Quise ser bueno contigo, pero es evidente que por las buenas no dirás nada. Tendrán que partirte los huesos, uno por uno, hasta que hables. Y por más que no lo hagas, creeme que de todos modos la encontraremos.

***

Gala estaba ayudando a Ezlang a atar unas ramas gruesas que utilizarían como una especie de techo para su refugio, cuando sintió que unas gotas le mojaban la cabeza y el rostro.

Ezlang miró hacia arriba, gruñó bajo y terminó por ajustar la última rama.

—Métete ahí —le dijo caminando hasta unos troncos.

La castaña asintió con la cabeza y se metió en aquel espacio que había quedado entre ambos árboles. Era muy reducido, apenas y entrarían ambos sentados allí adentro.

Ezlang se había encargado de clavar unos troncos por detrás, que serviría como tercera paredes, entre ambos árboles, y ahora las estaba reforzando con rocas y tierra.

La lluvia rápidamente comenzó a intensificarse y el viento no tardó en llegar. Ezlang rodeó uno de los troncos y se metió dentro del refugio con Gala. La muchacha extendió la manta hacia él, pero el rey negó con la cabeza.

—No, cúbrete tú, yo puedo mantener el calor.

—Pero el agua está muy fría.

—Sí, pero-

Los truenos y relámpagos comenzaron a surcar el cielo, y en la mente de Ezlang en ese momento sólo estaba su hijo, lo único que esperaba, es que el niño se encontrara bien.

Las ramas de los árboles comenzaron moverse violentamente, y algunas a quebrarse, junto a la lluvia intensa que no dejaba de caer.

Gala cerró los ojos y se acurrucó contra el tronco... Con temor. Dudaba mucho que aquello pudiera protegerlos, las ramas y pequeñas piedras del suelo, comenzaban a golpearlos ya, debido a la fuerza del Viento chocando contra ellos.

—Descuida, estaremos bien —le aseguró Ezlang abrazándola, cubriéndola con su cuerpo, poniéndose frente a ella.

Sabía que aquellas tormentas no duraban mucho, pero eran muy destructivas.

...

MutansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora