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Katherine Mora amaba escribir sobre el amor y aprovechaba su talento cobrando por cartas y poemas en su escuela. Todo iba bien hasta que Addison le pidió ayuda para conquistar a Owen Cooper, su mejor amigo. Katherine aceptó, incluso ofrec...
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Me quedé sola nuevamente en el pasillo después de que Malachi se fue. Pensando nuevamente.Porque yo lo quería. Lo quería con cada parte de mí.
Y lo peor era que el ya sabía.
Abrí mi libreta. Esa donde habían nacido las otras cuatro cartas. Las que comenzaron siendo de Addison. Las que yo había escrito para ayudarla. Para ayudarla… a enamorarlo.
Pero ahora no.
Esta ya no era de Addison.
Esta era mía.
Esta era de Katherine.
Respiré hondo, y comencé a escribir con el corazón hecho pedazos:
Esta es la quinta y última carta.
La más difícil de todas.
Porque ya no puedo esconderme más. Porque ya no quiero hacerlo.
Todo comenzó con una idea tonta: ayudarle a que alguien,específicamente a Addison para que la vieras como yo te veo.
Presté mis palabras, mis emociones, mis pensamientos… con la intención de ayudarte a enamorar a alguien más.
Nunca imaginé que, en el proceso, sería yo quien terminaría completamente enamorada de ti.
Cada carta tenía un poco más de mí, aunque no lo supieras.
Cada palabra era una verdad disfrazada. Cada sentimiento fingido por alguien más, era real en mí.
Y mientras tú le sonreías a esas cartas, sin saber que eran mías, yo fingía que no dolía.
Pero ahora ya lo sabes.
Soy yo, Owen.
Katherine.Tu amiga. Tu cómplice en todo esto. La que estuvo ahí sin que lo notaras del todo.
Y por fin puedo decirlo con nombre propio: me enamoré de ti.
No fue un accidente, no fue un error.
Me enamoré con cada parte de mí, con cada palabra que escribí fingiendo que eran para alguien más, cuando en realidad, siempre fuiste tú.
Y ahora lo sé.
Sé que también soy correspondida.
Que, de alguna manera, siempre te gusté… Solo que ninguno de los dos supo verlo a tiempo.
No sé qué pasará ahora.
No sé si esto es el principio de algo nuevo o el final de esta historia disfrazada de cartas.
Pero al menos, por fin, hay verdad.
Solo espero que, cuando leas esto, no te enojes conmigo.
