Capítulo 33

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Estaba caminando. No sabía hacia dónde, ni por qué, pero mis pies golpeaban el suelo con desesperación. El corazón me latía tan fuerte que podía escucharlo en mis oídos.

-¿Te acostaste con él para lastimarme? -dije, con la voz rota. Mi garganta ardía.

Frente a mí, una figura borrosa me devolvía la mirada. Su rostro estaba cubierto por una neblina, pero su voz... cruel.

-Lo hice para ganarte.

Mis piernas dejaron de responder y el suelo pareció tragárme. Todo se volvió confuso. Luces parpadeantes. Pasillos interminables.

Lágrimas.

Y de pronto...

Un tatuaje.
Mi nombre en la piel de alguien.
"Yo te pertenezco,Olivia.."

Besos.
Deseo.
Confusión.

Todo era demasiado intenso. Una mezcla abrumadora de sensaciones, de momentos arrancados de algún rincón de mi mente.
Una tormenta de emociones sin forma.

Desperté

Me incorporé de golpe, empapada en sudor, con el pecho subiendo y bajando como si hubiera estado corriendo de verdad. El aire se sentía denso, como si la habitación se cerrara sobre mí.

Traté de calmar mi respiración, pero las lágrimas ya rodaban por mi rostro sin que pudiera detenerlas.

Estaba oscuro. Muy oscuro.

Giré lentamente la cabeza hacia la mesita de noche.
4:47 a.m.

¿Qué fue todo eso...?

Mis manos temblaban mientras me las pasaba por el rostro. No era solo un sueño... lo sentía. Cada palabra, cada imagen, cada emoción. Era como si mi mente tratara de decirme algo, como si esos recuerdos estuvieran tocando la puerta de mi conciencia, desesperados por salir... pero rotos, mezclados, imposibles de encajar.

-¿Por qué solo recuerdo pedazos? -susurré para mí misma, con la voz quebrada-. ¿Por qué todo es una maldita mezcla? No puedo conectar nada con nada...

La frustración me apretó el pecho como un puño.
Y el miedo... el miedo también.
Ese miedo a lo desconocido. A mi propio pasado.

No pude volver a dormir.

Solo me quedé ahí, en la oscuridad, mirando la nada, esperando que el amanecer trajera algo de paz.

Cuando el reloj marcó las 6:30 a.m., me levanté con lentitud. Tenía los ojos pesados, el cuerpo aún tenso, y una sensación de vacío que no se iba. Caminé directo a mi escritorio y tomé la libreta que la doctora me pidió usar. Ya eran tres días seguidos despertando con estos sueños... o recuerdos... o no sé qué. Lo único que tengo claro es que se sienten demasiado reales para ser solo invenciones de mi cabeza.

La doctora dijo que escribir todo lo que recordara podía ayudarme a distinguir qué es verdadero y qué no. Así que, como cada mañana desde que comenzaron, anoté todo lo que aún tenía fresco: frases sueltas, imágenes confusas, miradas, sensaciones. Como si mi mente estuviera soltando pedazos de una historia que alguna vez viví... pero que ahora solo me llega en partes rotas.

Después de escribir, me metí a la ducha, esperando que el agua caliente pudiera calmar el nudo que llevaba en el pecho desde que abrí los ojos. Me vestí con tranquilidad, con movimientos casi automáticos, y bajé a desayunar.

Mientras bajaba las escaleras, mis manos fueron directo a mi cuello...
Sentí una punzada de vacío. Como si me faltara algo.
Era una sensación extraña, incómoda. Como cuando olvidas algo importante, pero no sabes qué.
Mis dedos buscaron instintivamente... ¿un collar?

Eres para mí ♡ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora