—Mofak.
El castaño se negó a mirarla, mientras alistaba sus armas, preparándose en caso de tener que pelear para defender a Ezlang y huir de allí... Una vez más.
—Estás molesto conmigo ¿Verdad?
—Que perspicaz eres, Gala —pronunció indiferente.
—Lo siento —murmuró afligida.
No era su culpa no poder controlar sus emociones, ni obligarse a sentir amor romántico hacia Mofak. Ella siempre había sido sincera con él.
—E-Esto no cambia nada, Mofak, yo dije que me quedaría contigo, que-
—No, Gala, ya no me interesa eso, ni lo quiero ¿Sabes? Es evidentemente que no puedo luchar contra la persona que ocupa tus pensamientos y el dueño de tus sentimientos. No importa si te quedas conmigo, si me das hijos, o incluso te acuestas conmigo, porque jamás llegaré a ocupar el lugar que el tiene para ti.
—Pero no es mi culpa —pronunció en un tono quebrado—. No puedo simplemente eliminar mis sentimientos de un día para el otro.
—Claro —murmuró antes de girarse y mirarla—. Cuando Ezlang llegue aquí con Tarek, los tres se irán, no sé a dónde, no sé qué será de sus vidas, pero los tres se irán de mi presencia.
—¿Q-Qué?
—Esta será la última noche que nos veremos, Gala y espero seas muy feliz con él... Qué es lo que siempre has deseado —le dijo antes de darle la espalda y salir de la carpa donde estaban.
Gala lo siguió por detrás, con lágrimas en los ojos.
—¿Me estás dejando? ¿Qué pasó con todo lo que me prometiste? ¿No tienes palabra? ¡Sólo me querías para coger! ¡Para que te diera un hijo ¿Verdad?! ¡Nunca te importe!
—¿Pero que mierda dices? —gruñó tomándola de los brazos, asustandola—. ¿En serio piensas que lo único que quería era eso? ¿Después de todo lo hice por ti? Si sólo hubiera querido un hijo tuyo, te habría incluso tomado a la fuerza.
—Mofak —sollozó.
—Es evidente que te encanta que él te trate como la misma mierda, que te ignore, que sea indiferente y ni siquiera te considere como su compañera, eso es lo que te gusta de Ezlang, que sea un animal contigo.
La soltó y Gala se abrazó así misma, sollozando.
—Yo te jure lealtad a tí, no sé porque te pones de ese modo —sollozó.
—Claro, me juras lealtad teniendo a otro en la cabeza... Y aléjate de mi, no quiero verte ni tenerte cerca. Vete a la tienda y espera allí hasta que él regrese.
—Pero-
—Que te largues dije —gruñó peligrosamente.
***
—¡Padre! —exclamó sorprendido, antes de correr hacia él y abrazarlo—. No creí que volvería a verte.
—¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?
—Señor, será mejor que se vayan cuanto antes, no sé cuánto más podremos ocultar que el príncipe no está en su habitación —les advirtió un guardia.
Ezlang asintió con la cabeza y salieron con el muchacho por una de las puertas traseras de su hogar.
—¿A dónde iremos? ¿Estás sólo?
—Aún no lo sé, Tarek, y no, no estoy solo, tu tío Mofak está con sus guerreros esperándonos no muy lejos. Ahora, responde lo que te pregunté ¿Te hicieron algo?
—No, sólo me han dejado encerrado en mi habitación.
—¿Viste a Izlang?
—Sí —murmuró desviando la mirada.
—¿Qué te hizo?
—Nada importante, padre, estoy bien.
—¿Sabes que está ocurriendo ahora mismo en el palacio?
—Lo escuché... Se autoproclamará como rey, sé que han venido líderes de todos lados para la ceremonia, la casa se siente muy ruidosa.
—Eso quiere decir que no has tenido contacto con ellos, ni con tú madre, ni tus hermanos.
—No —gruñó—. A ella no le interesa verme, ni saber de mí, es obvio que no buscaría verme tampoco.
Ezlang se mantuvo en silencio, después de todo, pensaba lo mismo que su hijo. Diez años habían pasado desde que se había ido de su lado, y jamás, ni una sola vez, visitó a su hijo o siquiera fue capaz de enviarle un mensaje.
A ella no le interesaba en lo más mínimo Tarek.
Luego de cuarenta minutos caminando, y cambiando la conversación a qué es lo que Ezlang estuvo haciendo todo ese tiempo, y como era vivir sin comodidades en la selva, llegaron hasta el campamento improvisado de Mofak.
—Tomen la carroza, y váyanse lo más lejos que puedan de aquí, para este momento, Izlang ya debe saber que el muchacho no está en la casa.
—De acuerdo, gracias, Mofak.
El castaño lo observó y no dijo nada, confundiendo un poco con su actitud a Ezlang. ¿Qué le pasaba?
Fueron hasta la carroza, pero al momento de abrir la puerta, Tarek gruñó.
—¿Qué hace la humana ésta aquí?
—Es la pareja de tu tío —pronunció serio Ezlang—. ¿Podrías bajarte? Mi hijo y yo debemos irnos cuanto antes de aquí.
—No, ella se va con ustedes —exclamó Mofak detrás de ellos—. La humana ahora es tu problema.
—¿Qué? ¿Cómo que se irá con nosotros? ¡Yo no quiero tener una humana cerca mío! —gruñó el muchacho—. Si tú ya no la quieres, Mofak, entonces déjala en medio de la selva, dásela a Izlang ¡O incluso podrías cambiarla a los Clivents!
Ezlang observó a Gala llorar y luego apoyó una de sus manos en el hombro de su hijo, luciendo realmente serio.
—Sube ahora mismo a la carroza.
—Pero padre-
—Ahora —gruñó.
El jovencito gruñó bajo, con rabia, y se subió, sin mirar a Gala. Ezlang se giró hacia su hermano y Mofak lo observó con indiferencia.
—Vete de una vez, no quiero volver a verlos jamás a ninguno de los tres, ni saber de ustedes en mi vida.
—¿Por qué actúas de este modo?
—Que te vayas ahora antes de que me arrepienta y te entregue a Izlang —gruñó.
Al ver que no podría hablar con él, decidió hacer lo que le estaba pidiendo. Ya luego hablaría con Gala para saber qué es lo que estaba ocurriendo. Subió a la carroza y se sentó junto a su hijo, poniéndola en marcha en ese momento.
Observó a Gala y respiró profundo, intentando controlar sus instintos. Ella estaba llorando, se sentía muy abrumada en ese momento, afligida.
¿Por qué habrían discutido? ¿Por qué Mofak se había desecho de ella de esa forma?
...
