36. Camboya III

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Capítulo 36
Camboya III

En el asiento del medio de un Tuktuk, me agarro al brazo libre de Dani con todas mis fuerzas. Vamos dando saltos por el camino de arena, las maletas ocupan toda la parte trasera del vehículo, dando botes con cada bache.

Nuestros cuerpos apenas tienen espacio para moverse, pero el zarandeo hace que parezcamos un blíster de gelatinas, contoneándonos de izquierda a derecha con cada curva que el conductor coge como si su vida y la nuestra importarán una mierda.

La mía desde luego que no vale los diez euros que vamos a pagar por este trayecto. Un poco más por lo menos.

Le estoy clavando las uñas a Dani en el bíceps marcado. La vena verde que lo surca por el medio, está a punto de estallar de la fuerza que está ejerciendo. Su brazo izquierdo nos sostiene a los dos de la estructura metálica del coche. Con el derecho, se turna con Borja para grabar el ascenso al hotel.

Porque sí amigos, el barco, transporte número tres que hemos cogido para llegar a esta isla camboyana, ni siquiera nos ha dejado en el resort. Borja, como buen organizador que es, y mis habilidades de comunicación, es decir, el inglés, han hecho que reclutemos a tres señores que estaban pasando por allí y que se han ofrecido a acercarnos al alojamiento.

My friend, my friend.—le grita Dani al conductor.—Espera que me bajo y empujo.

La cuesta arriba por la que estamos pasando es tan pronunciada que el TukTuk no sube. No es mala idea la de que el youtuber empuje, así luego no tiene que ir al gimnasio.

¿Y a qué me agarro yo ahora?

A mi lado Borja pone la misma cara de pánico que debo estar poniendo yo. Como dos abuelas, presas del miedo, nos abrazamos el uno al otro. Somos unos exagerados, pero no he visto a nadie quejarse aún en comentarios al respecto.

Y, de todas formas, Plex se ha bajado con la cámara, así que nadie va a vernos hacer el ridículo.

—Si morimos, dile a Lili que la quiero.—susurra mi amigo, atemorizado.

—Que sí, Borja, que sí.—aunque en el fondo, espero que si la que se muere soy yo, él también le diga que le quiero.

Bueno, si dependo de Borja estoy jodida, porque haría un espectáculo al contarlo y conseguiría que aún con un pie en la tumba me diera vergüenza y fuese una situación súper incómoda. Yo sólo quiero una escena de comedia romántica en el que el personaje principal se dé cuenta demasiado tarde de sus sentimientos hacía mí.

Tengo que dejar de soñar tanto.

Al final, acabamos llegando todos sanos y salvos al resort. Son unas cabañitas de madera en el medio de una playa paradisíaca. Las palmeras se tuercen en dirección a la orilla, estoy ya maquinando todas las fotos que voy a obligar a los chicos que me hagan.

Es una de las cosas que hago en los vuelos, buscar inspiración para mis redes sociales. Aunque luego al final nunca subo nada por vergüenza.

Una vez más, I'm just a girl.

El plan no es descansar. Vamos, tampoco esperaba menos viajando con quien viajo. Vamos a alquilar unas motos, y recorrer la isla para hacer tiempo antes de que caiga la noche y tengamos el tour para buscar la famosa bioluminiscencia.

No sé en qué momento el canal de Dani se ha vuelto National Geographic. O una clase de biología del instituto.

—¿Una para cada uno?—pregunto señalando los cascos que han puesto los trabajadores del hotel sobre el mostrador de recepción. Hacen de todo: te alquilan una moto, preparan la comida, llevan la barra de bebidas, limpian...

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora