──★ 🪐 ̟!!
Katherine Mora amaba escribir sobre el amor y aprovechaba su talento cobrando por cartas y poemas en su escuela. Todo iba bien hasta que Addison le pidió ayuda para conquistar a Owen Cooper, su mejor amigo. Katherine aceptó, incluso ofrec...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lo pensé todo el maldito fin de semana. Tanto, que hasta mi coach de tocho lo notó… y ese hombre no se da cuenta ni cuando jugamos con una jugadora menos. Me dijo que estaba distraída. Dis-tra-í-da. Y si él lo notó… es porque ya estaba grave.
Y decidí que no.
No iba a seguir ayudando a Addison con lo de Owen.
No porque ella me hubiera hecho algo malo, no porque ya no fuera mi amiga, no porque tuviera un plan malvado. No.
Simplemente… porque ya no podía.
Porque cada vez que ella me decía “¿crees que Owen me vea diferente si le hablo de su banda favorita?” o “¿qué crees que significa cuando se ríe y me empuja el hombro así?”, algo dentro de mí se apretaba como si estuviera escuchando el final de una canción que no quería que terminara.
Así que, aunque no se lo dije, mi decisión ya estaba tomada.
Ya no quería ayudarla.
Pero tampoco sabía cómo decirle que no.
Y entonces llegó la segunda clase donde la podría ver.
Yo iba sacando libros del casillero cuando apareció Addison con su cara de “¡Alerta novedad!”, como si me fuera a dar el chisme más importante del mes.
—¡Kath! —me dijo, con los ojos brillando—¡Hoy sí pasó algo!
—¿Qué pasó? —pregunté, cerrando la puerta de mi casillero más lento de lo normal. No por el suspenso. Por el miedo.
—¡Me sonrió! En historia. Cuando la maestra hizo ese chiste pésimo de la Revolución Francesa y nadie más se rió. ¡Él sí! ¡Y me miró! O sea… no estoy diciendo que se rió por mí. Pero tampoco que no, ¿me entiendes?
—Sí —tragué saliva—. Claro. Sí te entiendo.
—¿Tú crees que debería escribirle hoy? Como, solo un mensaje casual. Tipo “jaja, qué risa lo de la profe”. ¿O eso es muy obvio?
—No sé… escucha —la miré, tratando de ordenar mis ideas sin que se me notara la batalla interna.
—Oye, este fin de semana tuvieron una pijamada en casa de Malia, ¿no?
La miré, con algo de duda.—Sí… ¿por qué?
—Me hubieras invitado. Así me hubiera acercado a Owen.
—Es que era entre amigos —murmuré, sintiendo cómo esa excusa se me deshacía en la boca.
—Creí que ya éramos amigas, ya sabes, por Owen.
No.
No éramos amigas. No si todo giraba en torno a eso.
Tomé aire.—Sobre Owen… quisiera hablar sobre eso —dije, bajando un poco la voz.