Familia protectora

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Después de un largo rato conversando, fueron a la sección de juegos, donde Addison se encontró con sus amigos.

—¡Chicos! —gritó, levantando la mano para saludarlos.

Los VKs dirigieron la vista hacia ella y luego a las personas que la acompañaban.

—¡Hola, Addy! —saludó Evie.

—Chicos, ellos son mis padres, Eric y Ariel, y ella es mi hermanita Melody. Familia, estos son mis amigos.

—Es un placer, muchachos —saludó Eric.

—El placer es nuestro —dijo Jay.

—¡Qué linduras! —exclamó Ariel, haciendo reír a todos.

Melody se encontraba detrás de su madre, algo nerviosa por conocerlos, y Addison lo notó.

—Oye, tranquila, les caerás bien —le dijo.

Addison extendió la mano hacia su hermana, y Melody la tomó con cuidado, saliendo lentamente de detrás de su madre. El primero en acercarse fue Carlos, y lo hizo cuidadosamente al ver que Melody estaba nerviosa.

—Hola, Melody, soy Carlos, amigo de tu hermana. Es un placer conocerte.

—Hola, el placer es mío —respondió tímidamente, luego mirando al perro que Carlos llevaba en brazos.

—El es Chico. ¿Te gustan los perros?

Melody asintió.

—A mí también.

La siguiente en acercarse fue Evie.

—Hola, Melody, soy Evie, otra amiga de tu hermana. Déjame decirte que tu tiara se ve fabulosa.

—Gracias, me gusta tu cabello, el azul es uno de mis colores preferidos.

—Gracias, dulzura. Tu cabello también se ve lindo.

—Gracias, amo estilizar mi cabello, la mayoría de las veces lo hacía con Addison.

—Es que mi hermana tiene un gran talento.

Todos conversaban alegremente, y Addison estaba feliz de ver cómo se llevaban bien, hasta que de repente, escucharon a alguien alzar la voz. Al volverse, vieron a una señora, la abuela de Audrey, hablando con mal tono.

—¿Qué pasa? ¿No lo recuerdan? Manzanas envenenadas y esa magia... su magia. Mi hija fue criada por hadas debido a la maldición de tu madre. Sus primeras palabras, sus primeros pasos, no estuve con ella.

—Lo lamento tanto —dijo Mal, pero antes de que pudiera hacer algo, Chad la alejó.

—Aléjate de ella —dijo con firmeza.

—No hagas esto, Chad —dijo Addison mientras abrazaba a su hermana.

—Los criaron sus padres, Addison. ¿Qué le enseñan los villanos a su hijos? ¿Bondad? ¿Juego limpio? —dijo Chad con sarcasmo.

—¡Le robaste a otra chica el novio! —exclamó, mirando a Mal, lo que provocó que ella soltara una risa de molestia—. Tu disfrutas lastimar —dijo mirando a Jay, y finalmente se dirigió a Evie—. Y a ti, solo te importa el dinero y engañar —añadió con arrogancia.

—¡Chad, ya fue suficiente! Si quieres hablar, hablemos de tu maldita arrogancia —respondió Addison, furiosa.

—Addy, no —dijo su padre, tratando de calmarla.

—¡Tú tampoco puedes hablar, Addison! —gritó Chad.

—¿De qué demonios hablas? —respondió Addison, sintiendo la presión de las miradas sobre ella.

—A ti te gustaba la prometida de Ben, ¿dónde están los códigos? ¿O acaso solo te rechazó por mí? —dijo con sarcasmo.

Addison se quedó en silencio, sintiendo todas las miradas sobre ella. Un nudo se formó en su garganta, sintiendo como si le faltara el aire.

—¡Mocoso insolente! ¿No te enseñaron a respetar a los de la realeza? —exclamó Eric, furioso.

—Yo también soy de la realeza —respondió Chad, desafiante.

—Pues no parece, jovencito —dijo Ariel, con tono firme—. Nadie se mete con mi hija. Además, según tengo entendido, tú solo eres el reemplazo por si a Ben le pasa algo, mientras que Addison es la heredera legítima, así que eres mucho menos importante que ella.

Chad se quedó en silencio.

—Eso pensé.

—Se ponen de su lado porque saben que lo que digo es cierto. Además, su hija es muy manipulable, no entiendo cómo llegó a ser heredera —comentó con desdén.

Jay no soportó más y se abalanzó sobre Chad, pero antes de golpearlo, Evie le había rociado algo que nadie sabía qué era, provocando que Chad se desmayara.

—Chad, despierta... Evie le hizo algo a Chad —dijo Lonnie.

Addison solo se quedó quieta en su lugar, preguntándose dónde estaba ella cuando Chad le dijo cosas tan hirientes. ¿Era porque conocía a Chad desde más tiempo?

Los chicos se fueron primero, y el padre de Ben parecía algo decepcionado.

—Sabía que algo terminaría mal.

—No es su culpa, papá —dijo Ben, tratando de calmarlo.

—Lo sé, es tuya —respondió Adam, serio.

—Adam, no deberías tratar a tu hijo así. Y si hablamos de culpas, la culpa es del hijo de Cenicienta —dijo Eric, tratando de calmar la situación.

Adam miró a Eric.

—La culpa es de Ben por pensar que nada pasaría al traer a los hijos de los villanos, o peor aún, salir con una de ellos.

—Nadie elige de quién se enamora, Adam, y lo sabes. Después de todo, Bella se enamoró de ti siendo una bestia —respondió Eric, sin perder la calma.

—Eric, ya —dijo Ariel, tomándolo del brazo.

—Ten cuidado con lo que dices, Eric. Eres mi amigo, pero estás en mi reino —dijo Adam, con firmeza.

—No sé cómo volviste a ser humano, sigues siendo un idiota con la gente —dijo Eric, mirando a su esposa e hijas. Luego agregó—: Vamos a ver cómo están los chicos.

Ellos empezaron a caminar. Addison vio a Ben con la cabeza agachada y lo tomó de la mano, levantándole la vista.

—Eres el próximo rey, no bajes tu cabeza ante nadie. Vamos a ver a tu novia.

Y Addison se fue, siguiendo a su familia junto con Ben. A pesar de todo, en contra de todo pronóstico, Addison siempre sería su aliada, pase lo que pase.

Entre La Corona Y El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora