28.-Sombras que atrapan

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Valentina 

Observo el número de celular que está ahora grabado en mi mente. 

He pasado toda la semana intentando convencerme de que puedo ignorar esto, pero sé que si está aquí, si ha conseguido encontrarme incluso en la casa de Dante, no puedo hacer mucho para alejarme de lo inevitable. 

No debería sentir esto, no debería aterrarme el hecho de verlo de nuevo, pero lo hace. Me aterra tanto lo que su regreso puede significar para mi vida, para todo lo que me he esforzado en construir, y tal vez soy egoísta, pero cuando nunca me he sentido poseedora de algo, la probabilidad de perder lo único que ahora tengo...es aterradora. 

Bloqueo el celular cuando no me atrevo a llamar, he estado posponiendo lo inevitable pero sé que tarde o temprano tendré que enfrentarlo. Porque llevo una década escapando de algo que sabía de sobra acabaría por alcanzarme. 

Decido que lo mejor que puedo hacer por ahora, es olvidarme del asunto, porque no hay forma de que pueda encontrarme con la familia de Dante sintiendo que en cualquier momento puedo colapsar de los nervios. 

—¿Estás lista? —me sobresalto cuando escucho la voz de Dante, giro intentando disimular la sorpresa y me lo encuentro apoyado en el umbral de la puerta, lleva una playera blanca tipo polo que se le ajusta bastante bien, tiene los brazos cruzados sobre el pecho, y lleva una bermuda de color café lo que complementa el conjunto perfecto. 

—Sí —sonrío —¿Puedes ayudarme llevando la pasta que he preparado? Está en el horno, bajo en un segundo. 

—No prometo no robarme una porción mientras tanto —dice con una sonrisa antes de darse la vuelta. 

Sonrío para mi misma, Dante parece  estar encantado con la  preparación que hice para llevar con su familia. Apenas y le permití tomar un poco antes de empacarlo, lo cierto es que aunque evidentemente no soy una experta culinaria, espero que mi pasta esté a la altura de los Lombardi. 

Dante ya se encuentra esperándome en la sala cuando bajo, nos aseguramos de no dejar nada antes de salir, y trato de mostrarme como habitualmente suelo hacerlo con regularidad porque lo último que necesito es que Dante comience a sospechar, otra vez, que algo va mal. 

—Quiero disculparme de antemano por lo intensa que mi familia puede ser —dice mirándome brevemente. —Quiero decir, ya conoces a la mayoría, pero en las comidas familiares todo suele ser un poco más...caótico. 

Sonrío. 

—¿Más?

—Bueno, somos una familia numerosa, creo que el caos es parte del paquete. 

Ambos reímos. 

—Creo que sobreviviré —respondo —puede que me empiece a gustar el caos de tu familia. 

Me observa por varios segundos, puedo notar la emoción que eso le causa. Como su mirada se ilumina y la bonita sonrisa que se le forma en los labios me eclipsa. 

—Si en algún momento sientes que es demasiado, dímelo. 

—No creo que sea necesario, pero gracias. 

Hacemos el resto del camino prácticamente en silencio, pero es cómodo. Y descubro que mirar a Dante conducir es una de las cosas más atractivas que puede haber, ¿por qué los hombres tienen que lucir tan bien con el simple hecho de sostener un volante?

Mi atención pronto cambia al exterior cuando entramos en uno de los barrios más lujosos de Milán, las casas son inmensas, cada fachada parece cada vez más impresionante que la anterior y comienzo a preguntarme si la casa de los Lombardi será todavía más. 

Un desastre llamado amor.(SL#6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora