Extra - El tiempo vuela.

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Antes de que lean si se llegan a confundir.

1- Hinata tiene el apellido de tobio
Osea shoyo kageyama.

2- kozume kuroo.( Creo que ese es el nombre de kenma)

3- keiji Bokuto.

Y pues en otro lado van a estar sus anteriores apellidos ya que se me hace un poco raro llamarlos por sus nombres.💔

Diez años después…

La mansión de shoyo y tobio estaba llena de luz. Los gritos de risas infantiles resonaban por todo el jardín mientras dos niños corrían con pistolas de agua, empapando al perro de la familia.

—¡Touya, no apuntes a tu hermana! —gritó shoyo desde la cocina, riendo mientras preparaba limonada.

—¡Ella empezó! —protestó el pequeño de cinco años, con el cabello revuelto como su padre y los ojos brillantes como su mamá.

—¡Mentirosillo! —reclamó Haru, la niña de nueve años que corría con energía imparable, idéntica a Hinata, aunque con la mirada feroz de Kageyama.

Kageyama entró en la cocina y rodeó a Hinata con los brazos desde atrás.

—¿Sabes qué? No cambió nada —susurró, dejando un beso en su cuello—. Siguen siendo tú y yo… con un par de terremotos extra.

Hinata sonrió, apoyando la cabeza contra su pecho.

—Y no lo cambiaría por nada.

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En la mansión de los kurro.

—¡Kei, baja de ahí ahora mismo! —gritó Kenma, mientras intentaba atrapar al niño de cuatro años que escalaba el respaldo del sofá como si fuera un ninja.

—¡No! ¡Papá me dijo que soy como un gato!

—¡Yo te dije que no saltaras del segundo piso otra vez! —agregó Kuroo entrando justo a tiempo para atrapar a su hijo antes de que se lanzara.

Mientras tanto, en la mesa de la sala, Kazuki, su hijo mayor de casi nueve años, leía un libro como si no pasara nada.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —le preguntó Kenma, exasperado.

—Estoy leyendo, papá. Y Kei es más resistente que yo, ¿recuerdas cuando se cayó del árbol?

Kenma se tapó la cara con las manos.

—Necesito vacaciones.

Kuroo se rió, abrazándolo por la espalda.

—Ya las tienes todos los días conmigo.

—...Por eso las necesito más.

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En casa de los Bokuto.

—¡Souta, no pongas puré en el pelo de tu hermana! —exclamó keiji mientras el niño de tres años se reía con la cara cubierta de comida.

Los gemelos, Airi  Bokuto y Riku Bokuto, de Diez años , observaban la escena como si fuera el show del día.

—¿Recuerdas cuando éramos nosotros los bebés? —preguntó Airi a su hermano, con superioridad.

—Sí, pero yo nunca hacía eso. Yo nací civilizado —dijo Riku, dándose aires mientras Airi le lanzaba una almohada.

Bokuto apareció en la sala con una cámara en mano.

—¡Foto familiar!

—¡No! ¡Mamá está cubierta de puré! —se quejó Airi.

—¡Y papá también! —añadió keiji con resignación.

Bokuto rió mientras los abrazaba a todos.

—Así son las mejores fotos: reales. Caóticas, pero llenas de amor.

Y así era. Tres familias, tres historias que comenzaron con incertidumbre, miedo y dolor… pero que habían florecido en un hogar lleno de niños risueños, gritos, abrazos y amor.

El tiempo había pasado, pero el lazo entre ellos seguía intacto.

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Había pasado un mucho desde la última vez que todos estuvieron juntos en una misma casa, sin reuniones exprés, llamadas apuradas o visitas cortas por trabajo. Ahora, finalmente, estaban ahí. Todos. Juntos.

Shoyo kageyama y tobio kageyama. habían organizado una cena en su casa, una con jardín amplio, suficiente espacio para que los niños corrieran sin miedo y para que los adultos pudieran relajarse.

—Ya los extrañaba —dijo Hinata mientras servía bebidas para todos—. ¡Un año entero sin verlos a todos así!

—Fue un año loco —agregó Kenma, sentándose junto a Kuroo, con su hijo mayor dormído entre sus piernas  y el más pequeño jugando con unos bloques en el suelo—. Pero verlos a todos bien... vale la pena.

Akaashi llegó de la cocina con unos bocadillos en una bandeja, su cabello ligeramente despeinado, y Bokuto detrás de él con su característico entusiasmo.

—¡Esto se siente como los viejos tiempos! —exclamó Bokuto—. Solo que ahora hay más pañales, menos sueño y más niños gritando.

Todos rieron.

—Pero igual de ruidoso —murmuró Kuroo, mirando a Bokuto con una sonrisa sarcástica.

Los gemelos de Bokuto y Akaashi correteaban con la hija de Hinata, mientras el niño de cinco años de Kageyama jugaba con el hijo menor  de Kenma. El más pequeño de Akaashi, de tres años, dormía plácidamente en el sofá con una mantita.

—Es increíble cómo en solo un año ha cambiado tanto todo —dijo Hinata con voz suave, observando a su niña que ya no era tan bebé—. A veces quisiera parar el tiempo.

—Sí… —murmuró Akaashi, sentándose con cuidado junto a Bokuto—. Pero también emociona ver cómo crecen. Cómo nos hemos convertido en todo esto… padres, esposos, una familia.

Kageyama asintió, abrazando a Hinata por la cintura.

—Y pensar que todo comenzó con una discusión absurda en una cafetería —bromeó, haciendo a Hinata reír.

—¡Y que Bokuto pensó que podía impresionarme con sus regalos caro! —añadió Akaashi, provocando carcajadas.

—¡Akaashi! —se quejó Bokuto, con un rubor divertido.

La noche siguió con juegos, anécdotas, comida y muchas fotos. Los niños terminaron dormidos uno encima del otro en colchones sobre el suelo, mientras los adultos se sentaban en la sala con las luces bajas, hablando de la vida, el amor, y de lo agradecidos que estaban por seguir juntos, incluso después de tanto.

Y mientras la risa bajaba de volumen y el silencio se apoderaba de la casa, todos sabían que esa amistad, esa hermandad entre ellos, era para siempre.

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Muchas gracias de verdad me dieron la necesidad de no dejar está hermosa historia, en realidad no sé si vuelva a escribir más... Pero gracias ❤️

Dos mundos, un latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora