Era chiste lo de fin
El sonido de la puerta cerrándose resonó suavemente por la casa. Todos estaban agotados, pero el silencio que se instaló al entrar tenía más que ver con el cúmulo de emociones que con el cansancio físico.
Akaashi fue el primero en caminar hacia el sofá, acompañado por Bokuto, que lo sostenía con delicadeza, como si fuera de cristal. Kuroo dejó sus llaves sobre la mesa de la entrada, y miró de reojo a Kenma, que caminaba algo más lento, una mano sobre su estómago sin notarlo.
Hinata fue directo al sillón grande, se dejó caer con un suspiro, y Kageyama lo siguió, manteniéndose cerca, como lo había hecho todo el día.
El silencio fue interrumpido por Bokuto, con su voz más suave de lo habitual.
—¿Están bien?
Hinata asintió despacio. —Sí… solo cansado.
Kenma se dejó caer a su lado, suspirando también. —Este día fue eterno…
Hubo una pausa. Nadie sabía cómo sacar el tema. Kuroo miró a Kageyama y luego a Bokuto. Como si dijeran con los ojos: es ahora o nunca.
Pero, para sorpresa de todos, fue Hinata quien habló primero.
—Tobio ya lo sabe… —murmuró. Todos voltearon hacia él.
—¿Sabe qué? —preguntó Kenma, ladeando la cabeza.
Hinata apretó los labios, y con la mirada baja, respondió:
—Estoy embarazado…
El silencio se hizo más espeso. Akaashi abrió ligeramente los ojos, como si no lo esperara tan pronto. Bokuto sonrió bajito. Kuroo mantuvo la expresión neutra. Kenma, por su parte, se tensó.
—¿Tú también…? —dijo, casi sin darse cuenta.
Hinata levantó la cabeza de golpe. —¿Qué?
Kenma se mordió el labio inferior, luego giró lentamente la mirada hacia Kuroo, que ya lo observaba con una mezcla de ternura y orgullo.
—Kuroo me llevó a hacer una prueba también… salió positiva. —Susurró.
Ambos se quedaron mirándose. Kenma parpadeó, como si de pronto todo encajara. Hinata tragó saliva.
—Entonces… también estás…
Kenma asintió.
Las miradas de Akaashi y Bokuto viajaron de uno a otro, con un brillo de sorpresa y ternura.
Hinata sonrió con suavidad. —Vaya… creo que no soy el único con antojos raros.
Kenma se rió un poco, bajito. —O con cambios de humor…
—O que se queda dormido donde sea —añadió Kuroo, divertido.
Kageyama suspiró, pero con una leve sonrisa en el rostro. —No va a ser fácil.
—Pero están juntos —añadió Bokuto, mirando a cada uno con calidez—. Eso lo hace más llevadero.
Akaashi, que había estado en silencio, extendió una mano hacia los dos omegas más jóvenes.
—Bienvenidos al club —dijo, suave, con una sonrisa cansada pero genuina.
Y en ese momento, sin necesidad de más palabras, se sintieron unidos por algo más grande: el latido de nuevas vidas creciendo dentro de ellos, y el amor que los sostenía.
Tres meses después de la confesión
Desde aquella intensa noche en la que los tres revelaron sus embarazos, todo cambió. La casa se llenó de nuevas rutinas, cuidados y, sobre todo, emociones.

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Dos mundos, un latido
RomanceBokuto y Kageyama, hermanos ricos y herederos de un imperio, deciden escapar de las expectativas familiares y vivir como personas normales. En otro lado, Hinata y Akaashi, mejores amigos con pocos recursos, sueñan con un futuro mejor. El destino los...