35. Camboya II

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Capítulo 35

Camboya II

Surcamos las aguas marrones, en una barca de madera. El viento sopla a nuestro favor, así que me he tenido que hacer una coleta para que no se me ponga en la cara.

Hace mucho calor, otra vez más. La camiseta de tirantes es lo único que impide que me cocine viva. La crema que, de nuevo, me ha hecho ponerme Borja, me protege de acabad como el Señor Cangrejo de Bob Esponja.

De momento hemos visitado un colegio, y ahora vamos camino de una tienda. Las casas flotantes sobre el lago me han robado el aliento desde el principio.

Me siento como en uno de esos readings que hacía en el instituto, cuando leíamos de cosas súper randoms. Pues este sitio tendría que ser sin duda protagonista de una de esas lecturas.

El colegio ha sido muy interesante de ver. Los niños van en mini kayaks hasta la clase y allí aprenden todos juntos. Adri ha intentado enseñarles a decir: Suscribiros a Youtube, pero no ha sido capaz.

Y mira que ha cogido una tiza y todo.

Nuestro guía chapurrea español, así que más o menos nos va explicando curiosidades para que podamos meterlas en el video.

Así Dani puede estar contento porque aporta algo educativo. Y no solo números y números y números.

Sigo picada, ¿vale?

Aún no hemos hablado. Me gustaría que cuando lo hagamos, vaya con un perdón por delante.

Soñar es gratis.

—Vale pero, ¿y el baño?—Jopa sigue traumatizado con los retretes. Lo de hacer de vientre en una acera tailandesa, es algo que le ha dejado huella.

El pobre últimamente lleva palmazo tras palmazo. No solo de salud, el mal de ojo sigue haciendo estragos.

—Pues hay un sistema y va a cañerías para no acabar en el lago.—explica el hombre, a la par que guía la barca cerca de la tienda.

Un cartel rojo con letras en un abecedario que no es el latino, indica que estamos en el lugar correcto. Curioso como en cualquier parte del mundo, siempre hay unos signos universales que todos entendemos.

Y que la máquina de CocaCola en la puerta es inconfundible.

Mis hermanos siempre hacen chistes de que, si vas al lugar más remoto del mundo, siempre podrás encontrar un puesto en el que vendan latas de la famosa bebida gaseosa.

Cada día estoy más convencida de que tienen razón.

—Borja, hazme una foto npc para mis hermanos.—poso lo menos ridículo que puedo antes de poner pie en las tablas de madera que elevan la casa del agua color desagüe y seguir a los demás.

—Y luego dices de mí.—se queja.

El dueño de la tienda nos deja ver también su casa. En muy poco espacio, consiguen tener camas, armario, cocina y salón.

—¿Esto será el baño?—Adri mueve la única puerta de madera que hay en el edificio.—Ah pues sí.

Uno a uno, los cinco nos asomamos con curiosidad.

Para sorpresa nuestra, el agujero del váter da directamente al agua marrón por el que íbamos viajando.

—Un deposito mis cojones.—se burla Jopa.

—Me ha salpicado el agua.—balbucea Kruffy. Don angustias sale corriendo de la casa, en busca del gel hidroalcólico que lleva en la mochila.—Llena de mierda, socorro.

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora