-¿Quién es mi Omega? -gruñó Harry, su voz grave, ronca, con un filo de amenaza en cada palabra.
Draco no respondió de inmediato, su orgullo luchando contra su cuerpo.
Entonces un dedo lo rozó justo ahí, provocándole un espasmo que lo dejó sin aire...
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La habitación estaba silenciosa, apenas iluminada por la tenue luz de las velas que titilaban con el viento que se colaba por la ventana entreabierta.
Ron estaba recostado sobre Blaise, con los labios hinchados por los besos y la piel cálida.
Sus dedos recorrían lentamente la nuca del moreno, mientras sus cuerpos se mantenían unidos, piel contra piel.
-Blaise...-dijo Ron con voz baja, mirándolo a los ojos-Hay algo que no te había dicho.
Zabini levantó una ceja, curioso pero atento.
-Una vez al año... los betas como yo-inhaló hondo-pasamos algo parecido a un celo, no es igual al de un omega, pero... el cuerpo... cambia, es más sensible, más receptivo. Incluso... podemos quedar en cinta.
Blaise se quedó en silencio, observándolo con intensidad.
Ron sentía cómo su corazón latía con fuerza bajo su pecho.
Tenía miedo... pero también sentía seguridad con él.
-¿Estás en ese periodo ahora?-preguntó Blaise, acercándose un poco más.
Ron asintió lentamente.
-Desde hace días, por eso tu aroma me calma tanto, por eso... me dejé preparar-Sus mejillas se encendieron de rojo- Porque... ya estoy listo para ti.
Zabini lo miró como si fuera el centro de su mundo. Sus dedos acariciaron la cintura de Ron, con suavidad pero posesividad.
-Lo supe desde la primera vez que lamí tu núcleo-susurró Blaise, con una sonrisa orgullosa-Estás perfecto, Ron. Suave, templado...Estás preparado, y esta vez... no pienso detenerme-
Ron lo miró nervioso, pero sin apartarse.
Sus piernas temblaban, pero no de miedo, sino de expectativa.
-Solo prométeme que irás despacio.
Zabini le dio un beso profundo, hambriento pero tierno.
-Te voy a adorar, Weasley, cada centímetro, y si tu cuerpo me recibe... entonces no será solo una unión, será una marca-Pasó sus colmillos suavemente por la piel del cuello de Ron-Porque esto es solo el principio.
Las respiraciones eran pesadas, acompasadas, como si sus cuerpos hablaran en un lenguaje que iba más allá de las palabras.
La piel de Ron brillaba por el calor, los dedos de Blaise recorrían su espalda con devoción, mientras se mantenían frente a frente, sin barreras, sin temor.
Ron tomó el rostro de Blaise con ambas manos, sus pulgares acariciando la piel de su mejilla.
Su mirada azul brillaba con algo nuevo: no solo deseo, sino poder.