Capítulo 61

1K 71 16
                                        

Amar con el alma.

Domingo.

"Que dure todo lo que tenga que durar. 

Que dure meses, días o años, que dure una vida entera, que dure la eternidad, que dure un segundo, que dure un susurro, pero que sea contigo".

—Mario Benedetti.

Jake

—Sigo esperando a que te recuperes para poder enseñarte el librero que te hice —susurré mientras besaba la mano de Sam—. Bueno, técnicamente no lo hice yo —vacilé—, solo lo armé. Pero eso cuenta, ¿no? Te compré tus libros favoritos...

Ella suspiró e hizo revolotear mi corazón. Aún dormida, podía causar cualquier efecto en mí.

En silencio, la aprecié. Nunca me cansaría de decirlo: ella es bellísima, y dormida lo era aún más.

Sus ojos estaban cerrados, pero seguían siendo encantadores. Sus pestañas oscuras cubrían las hermosas pecas, apenas visibles, que estaban bajo sus ojos.

Veintitrés pecas y media.

Tenía una peca en forma de media luna, era preciosa.

Ya las había visto antes. Fue el día de la tragedia, cuando ambos estábamos en la cama. Ella dormía, y yo no podía, por el simple hecho de saber que estaba a mi lado, respirando profundamente.

~ Aquella noche ~

Mi pecho vibraba; el suyo, igual.
Su respiración era tranquila, y yoa intentaba respirar al mismo ritmo que ella.

Sus rizos caían por su rostro, y al quitarlos, me puse nervioso en cuanto mis dedos rozaron su piel.

Nunca tuve las defensas bajas con nadie. Pero desde que ella estaba...

«Joder».

Todo lo que sentía y quería hacer era completamente diferente. Quería cambiar por ella, solamente para poder siquiera tener la oportunidad de estar un segundo más a su lado.

Me le había entregado en cuerpo y alma.
Y yo sabía que no había marcha atrás.

Porque cuando se ama con el alma... Es imposible olvidar.

—¿Qué tengo que hacer para que te largues de una maldita vez?

Me puse de pie inmediatamente en cuanto la voz repugnante de la madre de Sam resonó en la habitación.

Me puse de la camilla instintivamente y ella frunció el ceño al ver el movimiento.

—¿Qué hace usted aquí? —respondí en cuanto ella dio un paso hacia adelante. Mi voz salió áspera, pero no permití que ella se percatara de mi asombro al oírla.

—Soy su madre.

—Pero ella no la quiere aquí. —Volví a impedir su camino.

—Ella no sabe lo que quiere —musitó, quiso apartarme pero al intentar hacerlo sentí su mano helada decidida a moverme—. Así que quítate.

—Se equivoca. —espeté, clavando mis talones al suelo como si de ello dependiera mi vida. Mi cuerpo entero se tensó en cuanto sus ojos se encontraron con los míos. Había fuego en los suyos, pero los míos ya ardían—Ella sabe lo que quiere, y me quiere a mí. Y yo no la quiero aquí.

Una Ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora