Día de la Familia

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El Día de la Familia había llegado y Addison se había levantado temprano para poder recibir a los suyos. Decidió ponerse un lindo vestido en tonos celestes con detalles blancos y unos zapatos cómodos, ya que planeaba mostrarle todo a su hermana. Salió de su habitación tan rápido como pudo y, al correr por los pasillos, chocó contra alguien. Al fijarse bien, se dio cuenta de que era Lonnie.

—¡Oh, por Dios! Lo siento, Addy.

—Yo debería pedirte perdón —respondió Addison, un poco avergonzada.

Entonces notó que Lonnie estaba acompañada, pero no reconocía a la mujer junto a ella. Lonnie se dio cuenta y se apresuró a hacer las presentaciones.

—Oh, lo siento. Addison, ella es mi mamá, Mulán. Mamá, ella es Addison.

Al principio Addison solo sonrió, pero luego registró lo que su amiga acababa de decir y se puso nerviosa.

—¡Oh, Dios! Es un placer, señorita Mulán. Usted es mi gran ejemplo a seguir. Es un honor hablar con usted.

—El placer es mío —respondió Mulán amablemente—. Lonnie me ha contado grandes cosas sobre ti.

—Me alegra oír eso, de verdad.

—¿Tal vez podríamos compartir la hora del té más tarde?

Addison se sintió muy nerviosa ante esa invitación.

—Estaría encantada —respondió, haciendo un esfuerzo por sonar segura.

—Por cierto, ¿por qué estabas tan apurada?

—¡Oh, cierto! Es que mis papás y mi hermana llegarán pronto y quiero estar ahí para recibirlos.

—Ya veo. Bueno, no te quito más tiempo.

Addison se despidió y siguió su camino. Llegó hasta la entrada, donde esperó pacientemente. Supo que habían llegado en cuanto escuchó las trompetas de la guardia real. Vio una limusina acercarse y, al detenerse, su hermana salió corriendo hacia ella.

—¡Addison! —gritó— ¡Te extrañé tanto, hermana!

—Yo también, mi pequeño saltamontes —dijo, besando su cabeza.

Sus padres se acercaron para abrazarla. Addison se sintió tranquila en ese momento.

—Bienvenidos a Auradon.

—Te extrañamos tanto —dijo su madre.

—Y yo a ustedes. Hay tantas cosas que quiero contarles...

—Bueno, pongámonos al día —dijo su padre.

Todos los reinos estaban reunidos para este día. Addison sentía un poco de pena por sus amigos villanos, ya que sus padres no estarían con ellos, y Jane le había contado que la celebración que habían intentado organizar para ellos no había salido muy bien.

La fiesta se realizaba al aire libre. Había juegos, mucha comida y todos parecían pasarlo bastante bien. Addison quería contarles todo a sus padres.

—La escuela se ve maravillosa —dijo Melody.

—Créeme, te encantará. La biblioteca es hermosa... y ni hablar del lago encantado —agregó en un susurro.

Los cuatro tomaron asiento en unas mesas más alejadas para poder hablar con tranquilidad. Addison buscaba a ciertas personas con la mirada, pero supuso que aún no habían llegado.

—¿Buscas a alguien, cariño? —preguntó su padre.

—A unos amigos, pero al parecer todavía no llegan.

—Ya veo —dijo su madre—. Bueno... ¿de qué quieres hablar?

Addison quería sincerarse, pero no encontraba las palabras. Respiró profundo y reunió valor.

—Hay un tema del que quiero hablar con ustedes. Verán... me gusta alguien de aquí.

Los tres se sorprendieron un poco, pero mantuvieron la calma.

—Puedes seguir, querida. ¿Quién es el afortunado? —preguntó su padre con una sonrisa.

—Ese es el problema... no es un “él”, es una “ella” —dijo, bajando la cabeza, temiendo lo peor.

—Ya veo... ¿entonces quién es la afortunada? —preguntó su madre con calma.

Addison levantó la vista tan pronto como pudo.

—¿No están enojados?

—¿Por qué lo estaríamos? ¿Porque te gusta alguien? Claro que no, cielo. Mientras te trate bien, será bienvenida —respondió su madre con ternura.

—En realidad...

—¿Qué sucede?

—Para hacerlo corto... la chica que me gusta, o gustaba, no lo sé... es Audrey, la hija de Aurora. Ella era la ex prometida de Ben, pero a mí me gustaba desde que estaba con él. Hacía cosas que me hacían sentir nerviosa, y una vez podría jurar que casi me besa... pero no lo hizo. Luego Ben empezó a salir con otra chica y terminó su compromiso con Audrey. Entonces Audrey empezó a salir con Chad, el hijo de Cenicienta, y cuando le pregunté por qué no podía ser yo, me dijo que no le interesaban las chicas, y que solo me manipulaba por poder, ya que yo soy una heredera al trono...

Addison tomó aire. Se dio cuenta de que había dicho todo sin llorar. Se sintió orgullosa de sí misma, mientras su familia trataba de procesar la información.

—Oh, Addy... debiste sentirte muy mal —dijo su madre.

—No tanto, mis amigos estuvieron ahí para apoyarme.

—Siempre me han agradado Ben y Jane —comentó su padre.

Addison tragó saliva. Era hora de contar la otra parte.

—De hecho... los hijos de los villanos también estudian aquí. Soy amiga de ellos. Quiero que los conozcan, porque son chicos buenos. Me han ayudado mucho, y no tienen la culpa de lo que hicieron sus padres. Además, ya saben mi secreto... y me ayudan con eso también.

—¿Les contaste tu secreto, Addison? —preguntó su madre, preocupada.

—No dirán nada. Han pasado días desde que lo saben, y no han hecho nada malo conmigo, mamá.

—Addy, sabes que ese es un tema delicado —dijo su padre.

—Lo sé, solo que...

—¿Te tratan bien? —preguntó Ariel, interrumpiendo suavemente.

Addison asintió.

—¿Y no han dicho nada?

—Ni una palabra.

—Para mí eso es suficiente.

—Ariel... —dijo Eric, intentando intervenir.

—Cariño, apenas son niños. Y además, dijo que la han ayudado con su duelo amoroso. Confiemos, por una vez, en nuestra hija.

Eric suspiró y asintió. Nunca contradecía a su esposa.

—Está bien. Confiaré.

—Gracias —dijo Addison, sinceramente aliviada.

—¿Y... puedo conocerlos yo también? —preguntó Melody, curiosa.

—Claro. De hecho, ellos quieren conocerte a ti también.

La familia conversó animadamente durante un buen rato. Addison se sentía muy feliz de tenerlos cerca. Con ellos, sentía que todo estaba en su lugar. Nunca los cambiaría por nada en el mundo.

Entre La Corona Y El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora