Capítulo 33 - Entre susurros

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La habitación aún conservaba el aroma espeso de su unión

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La habitación aún conservaba el aroma espeso de su unión.

Las sábanas estaban revueltas, marcadas, perfumadas de ellos dos.

Draco yacía de lado, con el rostro oculto entre las almohadas, el cuerpo temblando levemente, exhausto, mientras Harry se inclinaba sobre él, con los ojos verdes brillando entre ternura y preocupación.

-Shh tranquilo, amor-murmuró Harry, acariciando la cadera pálida de su Omega-Te tengo.

Su mano se posó con suavidad entre los muslos de Draco, y al apartarlos con cuidado, pudo ver la inflamación en su núcleo.

El área estaba enrojecida, sensible... completamente hinchada después de tantos días sin descanso.

Harry exhaló despacio, controlando su instinto posesivo que aún quería reclamar, aún quería seguir.

Pero no... ahora debía cuidar.

Debía sanar.

Inclinó el rostro y, con movimientos lentos, lamió con delicadeza.

Su saliva curativa hizo contacto con la piel irritada, y Draco soltó un gemido entre confusión y alivio.

-H-Harry-susurró, con la voz rota, sonrojado hasta las orejas.

-Está inflamado... necesitas esto-respondió él con suavidad, sin dejar de lamer en círculos precisos, dejando que la magia fluya, que su esencia alfa trabaje donde más lo necesitaba.

Cada roce era tibio, sanador.

Las pequeñas fisuras del tejido se cerraban, la tensión interna disminuía, y el Omega podía finalmente respirar sin punzadas de ardor.

Draco soltó un suspiro tembloroso, y su cuerpo se relajó completamente.

-Te estás volviendo experto en esto-murmuró con una sonrisa cansada.

Harry se incorporó un poco, y le besó la espalda sudada.

-Lo haría mil veces, amor, eres mío... y siempre voy a cuidarte.

Draco sonrió aún con los ojos cerrados, sintiendo que esa promesa era más poderosa que cualquier vínculo mágico.

Y ahí, entre caricias suaves y curación íntima, ambos se sumieron en un silencio cálido, donde solo hablaban los cuerpos y el amor posesivo, salvaje y dulce, que los unía.

Pero tan pronto como se recupero monto, y no iba a parar.

Draco no se había movido de encima de Harry.

Su cuerpo, aún tembloroso, no quería-ni podía- alejarse.

Seguía en lo más profundo de su rut, empapado de feromonas, con el cabello pegado al rostro y las mejillas sonrojadas por el calor de su ovulación desbordada.

𝓗𝓪𝓻𝓬𝓸-𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora