Capitulo 33

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Entre la Luz y la Sombra

Desde el momento en que Carlisle apareció frente a ella en aquel sendero del bosque, Teresa no volvió a dormir igual.

Las noches eran más largas, los suspiros más profundos, y los recuerdos más vivos. Era como si todo lo que había intentado mantener en equilibrio durante los últimos meses se hubiera desmoronado en cuestión de minutos. Porque él seguía teniendo ese efecto sobre ella: la hacía dudar, sentir, recordar, pero también... desear algo que no sabía si merecía.

Y luego estaba Caius.

Ese vampiro frío, impenetrable, de mirada letal y presencia que parecía dominar cada espacio. Desde que se lo había cruzado por primera vez, algo en su interior se había removido. No era amor... no todavía. Pero sí una conexión, un magnetismo silencioso que la atraía sin que pudiera evitarlo. Lo odiaba. Lo temía. Lo admiraba. A veces todo al mismo tiempo.

Y él siempre estaba allí.

Como si supiera cuándo necesitarlo. Como si su aparición no fuera casualidad, sino un patrón que su corazón ya reconocía aunque su mente lo negara.

Esa mañana, Teresa salió a tomar aire fresco, a unos metros de la cabaña. El bosque era tranquilo, casi silencioso. El otoño estaba empezando a pintar las hojas, y la tierra olía a humedad. Se sentó en una roca, mirando hacia el vacío, mientras apretaba entre sus manos una taza de café que ya se estaba enfriando.

¿Pensando en mí o en él? —dijo una voz grave a sus espaldas.

No tuvo que voltear para saber que era Caius.

—¿Qué hace que creas que hay solo dos opciones? —contestó ella sin girar, con un dejo de ironía.

Caius caminó hasta quedar a su lado. Su porte elegante y su forma tan calmada de hablar contrastaban con la intensidad de su presencia.

—Porque lo veo en tus ojos. Cada vez que hablas de él... o cuando estás conmigo.

Teresa suspiró.

—No deberías venir así, todo el tiempo.

—Y tú no deberías dejar que tu corazón esté en guerra —replicó él, con tono suave pero firme—. Pero ambos lo hacemos.

Ella cerró los ojos un instante.

—Carlisle me vio como algo más que una humana frágil. Me cuidó, me entendió. Su voz me calmaba. Pero tú... tú me haces sentir viva de una forma que no comprendo. Como si pudiera ser peligrosa y poderosa al mismo tiempo.

Caius la miró, en silencio. Ella al fin giró a verlo.

—¿Qué haces en mi vida, Caius? ¿Qué se supone que eres tú para mí?

Él sonrió, algo que rara vez hacía. No era una sonrisa cálida, sino una de esas que escondían mil pensamientos tras los labios.

—No lo sé aún. Pero me gusta descubrirlo contigo.

Esa misma tarde, Carlisle regresó.

Le trajo flores silvestres. Y un libro que sabía que ella había querido leer desde hace algún tiempo. No dijo mucho. No presionó. Solo estuvo con ella. Le cocinó una sopa, la escuchó hablar sobre Charlie, sobre los pequeños cambios en su nueva vida.

Teresa sintió el calor en su pecho. El tipo de amor que no consume, sino que abraza. Que te sostiene cuando todo en ti se está cayendo. Y eso... también era importante.

Pero al caer la noche, cuando Carlisle ya se había ido, el aroma familiar de Caius volvió a envolver el aire. Lo supo antes de verlo. Y eso la asustó.

Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora