Sombras que se reconocen
El sol comenzaba a descender sobre el horizonte, tiñendo el cielo de un tenue ámbar. Las hojas susurraban entre sí con cada ráfaga de viento, como si el bosque supiera que algo importante estaba a punto de ocurrir.
Carlisle Cullen caminaba en silencio por el sendero de tierra que llevaba al pequeño pueblo donde ahora vivía Bella, o Teresa, como había aprendido a llamarla. El trayecto había sido largo, no en distancia, sino en lo que había implicado emocionalmente. Cada paso era un nudo en el estómago, un recuerdo, una culpa, una esperanza.
No sabía qué palabras iba a decirle. No tenía plan alguno. Sólo sabía que debía verla.
Pero el destino, caprichoso como siempre, tenía otra jugada antes de permitirle su encuentro con ella.
Al doblar un recodo del bosque, Carlisle se detuvo en seco.
Una figura alta, elegante, de porte regio y expresión fría, estaba allí, como si lo hubiese estado esperando. El cabello platinado de Caius Volturi brillaba con la última luz del día, y sus ojos —de un rojo antiguo e inmutable— se clavaron en los dorados de Carlisle con una intensidad casi física.
Ambos hombres se miraron. En silencio. Como si el mundo se hubiera detenido por un instante solo para ellos.
Caius alzó ligeramente el mentón, con su típica arrogancia señorial.
—Carlisle Cullen —dijo, sin una pizca de emoción, aunque su voz sonó afilada—. Qué coincidencia encontrarte en un lugar tan... mundano.
Carlisle no se dejó intimidar.
—Caius —respondió con calma—. Tampoco esperaba verte por aquí.
Un silencio cargado se extendió entre ambos. Ninguno preguntó al otro qué hacía allí. Ninguno mencionó nombres. Pero ambos sabían. Lo sabían muy bien.
Caius fue el primero en romper el silencio.
—El mundo parece cambiar más rápido de lo que uno puede adaptarse. Hay cosas que antes parecían imposibles... ahora suceden sin previo aviso.
Carlisle asintió.
—Y muchas veces, esas cosas te obligan a replantearte todo lo que creías saber.
Caius entornó los ojos.
—¿Tú también estás... replanteándote cosas?
Carlisle se tomó un momento antes de contestar.
—Sí. Más de las que me gustaría admitir.
Un destello casi imperceptible pasó por los ojos de Caius, como si reconociera en Carlisle algo que nunca pensó ver: vulnerabilidad.
—A veces, la inmortalidad no nos hace sabios —dijo el volturi, caminando en círculos lentos, sin apartar la vista de Carlisle—. Solo más testarudos.
—O más temerosos —agregó Carlisle con voz baja.
Caius lo miró con dureza, y entonces sonrió. No una sonrisa amable, sino una de esas que esconden más de lo que dicen.
—Curioso —murmuró—. Nunca pensé que tú y yo tendríamos algo en común.
Carlisle no respondió. Solo lo miró, como si lo estuviera estudiando.
—Tal vez tengamos más en común de lo que creemos —dijo finalmente—. O tal vez simplemente... estamos cruzando el mismo río por diferentes orillas.
Caius entrecerró los ojos.
—Solo espero que nadie termine ahogado en ese río.
La amenaza flotó en el aire, disfrazada de filosofía. Pero Carlisle no se inmutó.

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Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]
Fantasy-En proceso de reescritura- Cuando Teresa Chávez muere a manos de Fernando, su historia debería haber terminado. Pero en ese mismo instante, en un lugar muy lejano, Bella Swan también fallece, consumida por la depresión tras el abandono de Edward Cu...