Melisa se había ido hacía un buen rato, pero sus palabras no dejaban de rondar en mi cabeza.
El tono en que lo dijo, el brillo en sus ojos, esa sonrisa sádica...me dejó helada.
"Firmaste tu sentencia en el momento en que decidiste cogerte a un vampiro."
Desde que conocía a Guido me habían amenazado en reiteradas ocasiones, pero recién en ese momento me sentí en un peligro real. Melisa tenía algo distinto, algo que me decía que no estaba jugando.
Me obligué a mirar hacia el escenario y ellos estaban ahí arriba. Brillando como los auténticos dueños del mundo.
Guido era el centro, siempre lo era. Aunque Patricio hiciera un sólo impresionante, mi mirada volvía a él. Era como si la luz lo persiguiera sin que él hiciera nada por atraerla.
Desde donde estaba, el show parecía irreal. Yo solía estar del otro lado, viendo desde la multitud, perdiéndome en ese mar de gritos y sudor. Ahora lo estaba mirando desde adentro. Como si me hubiera colado en una dimensión paralela. Se sentía ilegal.
El último tema comenzó y el público explotó. Saltaban como si el mundo se fuera a terminar esa noche. Había celulares en el aire, gritos ahogados por la emoción, y en el frente, las chicas que estaban totalmente idiotizadas, recordandome que ésto no se trataba de la música, era una trampa para mujeres débiles, mujeres que podían ser cómo yo.
Lo miré a Guido.
Él sabía, me estaba mirando. No a la multitud, a mí.
Y no era el mismo poder que había sentido antes, cuando jugaba con su encanto como si fuera un arma. No, no sabía decir con exactitud en qué momento sucedió, pero en algún punto su mirada hacia mí había cambiado. como si me estuviera gritando con los ojos "Estoy acá, no te vayas."
El último acorde finalmente sonó, y la multitud se enloqueció. Ellos saludaron con los brazos en alto, frentes empapadas de sudor, miradas de triunfo. Pero Guido no tardó ni cinco segundos en bajarse del escenario.
Mi corazón dió un vuelco.
Lo vi caminar hacia mí. Lento, firme, decidido. Las luces del escenario lo iluminaban por detrás, dándole un aura que me encandilaba. Sentí que todos se hacían a un lado, como si el universo entendiera que ese momento era nuestro.
—Guido... —alcancé a decir, con tono entrecortado, pero no terminé.
Atrapó mi cintura con las dos manos y me apretó contra él, sus labios se unieron a los míos tan de pronto que no tuve tiempo para procesarlo.
Como si no importara nada más, como si el mundo se hubiera reducido a ese segundo.
Sus labios recorrían los míos con urgencia, su lengua jugueteando con la mía, que con timidez intentaba seguirle el paso, pero era imposible. Sentí un temblor en las piernas que me obligó a agarrarme de su cuello, más por reflejo que por deseo. Porque me estaba cayendo. Literal y metafóricamente, en la urgencia con la que me recordaba que era suya, en la humedad de su boca recorriendo la mía, en el sinfín de emociones que un mínimo tacto suyo me provocaba. En lo que sea que estuviéramos creando o destruyendo.
La presión de sus dedos en mi cintura, su cuerpo pegado al mío, su boca encontrando la mía con una ansiedad que no había visto venir. Por un segundo me permití no pensar, me limité a sentir cada estímulo que su cercanía me provocaba. Por un segundo las consecuencias no existían.
Cuando nos separamos, la realidad volvió a hacerse presente de golpe. Al abrir mis ojos, lo primero que ví fué a ellos, parados detrás de Guido, haciéndose presentes a pesar de la distancia. Patricio y Gastón, todavía arriba del escenario, mirándonos.

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ESTADO SALVAJE - GUIDO SARDELLI | AIRBAG
VampireElla siempre había deseado que finalmente aquellos ojos que tanto admiraba un día se fijaran en su dirección. Observaba embelesada como sus manos recorrían aquella guitarra, con su cabello rubio descansando sobre sus hombros y su semblante enigmátic...