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Los días siguientes estuvieron llenos de emoción, listas interminables y sonrisas que no se borraban. Jennie se dedicó por completo a la planeación de la boda, junto con su madre y sus amigas, entre risas, ideas extravagantes y sueños que por fin tomaban forma real.

—No quiero un vestido, quiero el vestido —dijo Jennie firme, mientras Jisoo y Rosé hacían sonidos burlones detrás de ella en la boutique.

—¿Qué tal ese? —preguntó su madre, señalando uno de encaje con un corte elegante y romántico.

Jennie se lo probó y cuando salió del probador, hubo un momento de absoluto silencio. Jisoo se tapó la boca, Rosé sonrió con los ojos brillantes, y Jiyoung simplemente asintió con emoción contenida.

—Eres... perfecta —susurró su madre.

Jennie se miró en el espejo, tocando con cuidado la tela. Sí, ese era el vestido.

...

Mientras tanto, Lisa vivía su propia aventura junto a Jiyoung. Entraron a una sastrería exclusiva de Seúl para elegir el traje.

—Tú vas a derretir a mi hija, Lalisa —le dijo Jiyoung mientras Lisa se miraba en el espejo, con un esmoquin de lino blanco impecable, hecho a medida.

—Eso espero —respondió Lisa con una sonrisa nerviosa, ajustando la corbata.

Días más tarde, Jennie estaba en la playa con un decorador viendo posibles ubicaciones para el altar. Sujetaba una carpeta mientras hablaba sobre flores, pero entonces algo le robó toda la atención: a lo lejos, Lisa bajaba de su auto, vestida de manera informal, pero con esa sonrisa que la dejaba sin aire.

Jennie no pudo evitarlo. Una sonrisa enamorada brotó de su rostro sin permiso.

—Ven —le dijo Lisa al llegar, tomando su mano—. Tengo una sorpresa para ti.

—¿Ahora?

—Ahora.

Subieron al auto, y Jennie no preguntó nada más. Sólo entrelazó sus dedos con los de Lisa mientras el paisaje pasaba. Llegaron a un vecindario tranquilo, con casas modernas y minimalistas. Lisa detuvo el auto frente a una en particular: fachada de piedra clara, con ventanales enormes y jardín al frente.

Jennie frunció el ceño con curiosidad mientras bajaban.

—¿Y esto?

Lisa sacó unas llaves de su bolsillo y se las tendió.

—Nuestra casa.

—¿Q-qué?

—La compré para nosotras. No quería que tuviéramos que vivir en la mansión o depender de nadie más. Es nuestro espacio. Nuestro hogar.

Jennie se quedó sin palabras. Caminó unos pasos hacia la puerta, abrió lentamente... y cuando entró, vio los interiores luminosos, con paredes ya decoradas con algunos detalles que conocía bien: cuadros que ella misma pintó, una manta que una vez usaron viendo películas, una foto de ambas en un marco discreto.

—¿Te gusta?

Jennie se giró con los ojos vidriosos.

—Te amo tanto... —dijo ella—. Es perfecta. Eres perfecta.

Lisa la abrazó por la cintura y apoyó su frente contra la suya.

—Y es solo el comienzo. Nos esperan muchas primeras veces aquí.

Jennie sonrió. Su corazón latía fuerte, y por primera vez... no había miedo. Solo amor. Solo futuro. Solo ellas.

...

Mr. General | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora