—oigan alistense nos volvemos a ir a Japón— Dijo Bokuto mientras los chicos estaban en el restaurante.
—ahí va el de nuevo solo da orden y orden—dijo akaashi.
El jet privado despegó en medio de una nevada pesada, dejando atrás Moscú con todas sus promesas rotas, sus miradas cruzadas y amenazas aún calientes.
Hinata se sentó junto a la ventana, con los audífonos puestos, mirando al cielo con expresión vacía. Akaashi hojeaba un libro que claramente no estaba leyendo, mientras Kenma simplemente dormía, con la cabeza apoyada contra la ventanilla, fingiendo paz.
En el otro extremo del avión, los alfas estaban en silencio. Kuroo se pasó la mano por el rostro por décima vez. Bokuto no había tocado ni el vaso de agua frente a él. Y Kageyama… simplemente no quitaba la mirada de Hinata.
—No podemos seguir así —soltó Bokuto de pronto, rompiendo el silencio.
—No —admitió Kuroo, con la voz ronca—. Pero no sé si estamos listos para hacer algo al respecto.
—¿Listos? ¡Tú viste lo que pasó! ¡Akaashi tenía mi pistola en la mano y se la puso a esa tipa como si fuera una broma!
—¿Y mentiste? ¿No lo merecían? —preguntó Kuroo con una ceja levantada.
Bokuto lo miró en silencio.
—Están locos, sí. Pero no están equivocados.
Kageyama no dijo nada. Solo se levantó, caminó por el pasillo… y se sentó justo enfrente de Hinata.
—¿Podemos hablar?
Hinata bajó los audífonos lentamente, sin mirarlo.
—No si vas a justificar lo de anoche.
—No lo voy a hacer.
Silencio. Tenso. El motor del avión era lo único que hablaba.
—¿Entonces?
—Entonces… quiero que cuando lleguemos a Japón, hablemos. De verdad. Tú y yo. Sin armas. Sin gritos. Sin culpas.
Hinata giró el rostro, por fin enfrentándolo.
—No prometas cosas que no sabes cumplir, Tobio.
—Esta vez sí puedo.
Hinata lo sostuvo la mirada unos segundos… y asintió apenas.
Desde el otro lado, Kenma abrió un ojo.
—¿Tú también piensas hablar cuando lleguemos? —preguntó, sin mirar a Kuroo.
—Solo si me dejas.
Kenma se encogió de hombros, pero en su expresión algo pareció relajarse.
Akaashi no dijo nada. Pero cerró el libro… y deslizó su mano por debajo de la mesa hasta tocar los dedos de Bokuto.
No fue perdón.
Tampoco reconciliación.Fue una advertencia silenciosa:
Todavía estoy aquí. Pero no me empujes más.
×°×°×°×El sol apenas comenzaba a teñir de oro los ventanales de la gran casa japonesa donde ahora se alojaban. Afuera, el mundo era silencio. Dentro… los corazones no tanto.
El comedor estaba arreglado con un gusto sereno, delicado. El desayuno esperaba, tibio y aromático, pero los asientos seguían vacíos. Era como si todos supieran que ese desayuno no era solo comida. Era un campo de batalla suave, donde las palabras serían espadas… o bálsamos.

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Dos mundos, un latido
RomanceBokuto y Kageyama, hermanos ricos y herederos de un imperio, deciden escapar de las expectativas familiares y vivir como personas normales. En otro lado, Hinata y Akaashi, mejores amigos con pocos recursos, sueñan con un futuro mejor. El destino los...