capitulo 14:celos

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El restaurante privado del hotel era un lujo reservado solo para los más poderosos. Mesas con manteles de lino, lámparas de cristal colgando del techo, y una brisa sutil de violines en vivo flotando en el aire. Nadie más tenía acceso, excepto quienes portaban las tarjetas negras… como los alfas.

Bokuto, Kuroo y Kageyama estaban en la mesa principal, compartiendo una botella de vino carísimo y charlando con unas mujeres que claramente habían sido invitadas por cosas del trabajo. Risas, miradas furtivas, un leve contacto en los brazos. Aparentemente inofensivo… para cualquiera que no supiera lo que estaba por ocurrir.

—Míralos… —murmuró Hinata desde la entrada, con una sonrisa que no llegaba a los ojos.

—Parece que ya se olvidaron de quiénes son sus omegas —dijo Akaashi, fríamente.

Kenma simplemente suspiró y giró su cuchillo mariposa entre los dedos.

Sin más palabras, caminaron hacia la mesa. Alfas y mujeres levantaron la vista… pero ya era tarde.

Hinata fue el primero en llegar y, sin previo aviso, metió la mano en el abrigo de Kageyama, sacando lentamente una pistola plateada. El salón enmudeció. Nadie respiró.

La mujer que estaba junto a Kageyama apenas pudo reaccionar cuando Hinata la tomó del cabello con una fuerza brutal, jalándola hacia atrás, dejando expuesto su cuello.

—A ver, bonita… —susurró Hinata, con una sonrisa cruel—. ¿Te gusta lo ajeno? Te lo advierto ahora..estás muy cerca de mi hombre zorra.

La mujer temblaba. Kageyama se levantó bruscamente, pero no se atrevió a tocarlo.

Mientras tanto, Akaashi ya había desenvainado su propia arma, una pistola compacta, que presionó contra la cabeza de la segunda chica.

—Sonrisa bonita… ¿verdad? —le dijo con tono suave—. ¿Quieres saber cómo quedaría tu sangre en mi?

La mujer palideció.

Kenma se limitó a ponerse detrás de ellas.y sin previo aviso le puso el arma en la cuello jugando en el.

—No me gustan los juguetes usados —murmuró, su mirada fija en kuro.

Los alfas estaban paralizados. ¿Celos? No. Esto ya era territorialidad brutal. Era un mensaje. Un grito silencioso.

Kageyama intentó hablar:

—Shoyo…. Solo es una reunión.

Pero Hinata lo miró, con el dedo aún en el gatillo.

—mm, claro solo vine a verte mi amor.

Después de unos eternos segundos, Hinata soltó el cabello de la mujer con un empujón. Akaashi bajó su arma lentamente poniéndola en el saco de Bokuto,pero antes de irse dejando un beso. Kenma simplemente giró en silencio y se marchó hacia la salida, cuchillo aún bailando entre sus dedos.

Los tres se fueron como si nada hubiera pasado.

Minutos después del incidente, los alfas se quedaron en la terraza, solos. Las copas seguían sobre la mesa, pero el ambiente se había enfriado más que el invierno ruso.

-¿Qué carajos acaba de pasar? -preguntó Bokuto, aún sin moverse, observando la huella del beso que Akaashi le había dejado como si fuera un sello de advertencia.

Kuroo soltó un suspiro largo, se recostó en la silla y se pasó la mano por el rostro.

-Nos marcaron el territorio con armas. Literalmente.

Kageyama se quedó en silencio, la Glock aún pesada en el bolsillo. No por su peso real... sino por lo que significaba.

-¿Desde cuándo tienen acceso a eso? -murmuró, más para sí que para ellos.

Dos mundos, un latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora