Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]

Capitulo 27

Ella se fue

Perspectiva de Mia

El aire de Forks estaba más frío de lo habitual. El cielo, siempre nublado, parecía hoy más apagado, como si el pueblo entero supiera lo que había ocurrido. Mia lo supo en cuanto sintió el cambio en el viento: algo importante, algo triste... se había quebrado.

Estaba junto a Jacob, sentados en el viejo tronco cerca del límite del bosque. Desde ahí, habían visto cómo la camioneta de Charlie se alejaba con Teresa a su lado. Nadie dijo nada durante ese momento. No era necesario. Ambos lo sintieron: Teresa se fue.

Jacob apretó los dientes.

—¿Por qué se va así? ¿Sin decir nada más?

—No fue tan "sin decir" —respondió Mia en voz baja—. Nos lo dijo... solo que duele.

Jacob bajó la cabeza. Él la había aceptado como a una hermana. Mia... bueno, Mia la había llegado a ver como algo más que una amiga. Teresa no era fácil de entender, pero sí fácil de querer. Aunque fuera distante a veces, sus ojos lo decían todo.

Mia cerró los suyos, recordando la conversación en La Push, cuando Teresa habló con rabia, con culpa... por lo que sentía por Carlisle. Lo que no esperaba era que de todas las personas en el mundo, sería Esme Cullen quien terminara rompiendo ese lazo.

Y ahora, Teresa había hecho lo que siempre hacía cuando sentía que causaba daño: huir.

Horas después...

Mia apenas había logrado entrar en casa y cambiarse de ropa cuando el silencio fue abruptamente interrumpido por el sonido de un motor. Luego otro. Y otro más.

Ella abrió la puerta justo cuando Alice Cullen subía el escalón del porche con el rostro más serio que Mia le había visto.

—¿Dónde está? —preguntó, sin saludar.

—¿Quién?

—Bella. —Fue Edward esta vez quien habló, su ceño fruncido—. Alice la vio partir. Pero no sabe a dónde.

Mia levantó una ceja.

—¿Y por qué piensan que yo sí lo sé?

—Porque eras su amiga —intervino Jasper con voz suave—. Ella confiaba en ti.

Rosalie cruzó los brazos. Emmett parecía incómodo, como si no supiera si preguntar o quedarse callado.

Pero entonces Mia lo notó.

Carlisle no hablaba.

Estaba detrás de todos, con la mirada baja, como si no pudiera atreverse a levantarla por miedo a lo que pudiera ver. Pero su mandíbula apretada, su postura rígida, y la energía que lo envolvía gritaban algo más fuerte que las palabras: estaba devastado.

Mia tragó saliva. No había sido obvio antes, pero ahora sí.

—No sé a dónde fue —dijo al fin, con la voz firme—. Solo sé que se fue con Charlie. Que se va a alejar porque cree que está causando daño. Y si lo está haciendo... no es a mí.

Todos guardaron silencio.

Carlisle alzó lentamente la mirada y la fijó en Mia por primera vez. En sus ojos dorados había preguntas que ni él sabía cómo formular. Mia supo en ese instante, sin necesidad de dones o visiones, que él la amaba. O al menos, estaba empezando a hacerlo.

Y ahora era tarde.

Ella suspiró, cerrando la puerta a medias.

—Dejen que respire —murmuró, más para Carlisle que para los demás—. Tal vez... aún no es el final.