Dos días, Jennie despertó con la sensación de que todo había cambiado. Y en cierto modo, así era.
Lisa no estaba en la cama con ella, y el espacio a su lado ya se sentía frío.
Jennie se obligó a actuar con normalidad. No podía permitirse el lujo de mostrar lo destrozada que estaba. Así que se vistió, bajó a desayunar y, aunque Lisa la miraba con la misma intensidad de siempre, ella desvió la mirada y fingió que no le importaba.
Después de aquella noche, Jennie se mantuvo distante. Respondía con monosílabos, evitaba los momentos a solas y nunca mencionó la noche que compartieron. No porque no la recordara, sino porque la recordaba demasiado bien.
Y ahora, allí estaba, de pie junto a la ventana de su habitación, observando a Lisa cargar sus pertenencias en el auto militar.
Sus padres estaban abajo, despidiéndose de Lisa con gratitud. Hana la abrazó con cariño, y su padre le dio unas palmadas en el hombro antes de decirle algo que Jennie no alcanzó a escuchar.
Pero sí vio el leve asentimiento de Lisa, su mirada firme aunque sus labios estaban apretados.
Jennie no podía hacerlo. No podía bajar, verla a los ojos y decirle adiós. Sabía que si lo hacía, se rompería.
Lisa se subió al auto.
Jennie sintió un vacío en el pecho.
El motor rugió y el vehículo comenzó a alejarse.
Y fue entonces cuando Jennie cayó de rodillas en el suelo de su habitación, ahogando un sollozo mientras las lágrimas comenzaban a caer sin control.
Lisa se había ido.
Y con ella, se llevaba un pedazo de su alma.
...
El vehículo militar cruzó las enormes puertas de la base, y Lisa sintió el cambio inmediato en el ambiente. El hogar de los últimos años la recibía con la misma disciplina de siempre, pero algo en su interior le decía que ya no encajaba del todo.
Apenas bajó, varios soldados se acercaron con sonrisas y saludos.
—¡General Manobal! —exclamó uno de los sargentos con un tono demasiado animado—. Pensamos que ya no volvería, parecía demasiado cómoda en esa mansión de ricos.
Lisa arqueó una ceja, cruzándose de brazos.
—¿Y qué se supone que significa eso?
—Bueno... —intervino otro soldado, rascándose la nuca con nerviosismo—. Es solo que... antes usted era más fría, más dura. Ahora se ve más... relajada.
—Casi amable —agregó otro, ganándose codazos de sus compañeros para que se callara.
Lisa chasqueó la lengua y sonrió con malicia.
—Bien, como castigo por sus comentarios innecesarios, quiero doscientas flexiones. Ahora mismo.
Los soldados se miraron con horror, pero sabían que la general nunca bromeaba con los castigos. Uno a uno, comenzaron a bajar al suelo y a contar en voz alta.
Lisa suspiró y miró hacia los edificios de la base. Estaba de vuelta, sí... pero su corazón se había quedado en otro lugar.
...
Lisa cerró la puerta de la oficina del general Park detrás de ella y se cuadró con formalidad. Él estaba revisando unos documentos, pero al notar su presencia, levantó la vista con una ligera sonrisa.
—Bienvenida de vuelta, Lisa. —Dejó los papeles a un lado y la observó con detenimiento—. ¿Cómo te sientes?
Lisa mantuvo su postura firme.

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Mr. General | JenLisa
FanfictionJennie, una joven egocéntrica y rica, se ve obligada a compartir su vida con Lisa, la implacable y fría militar y ahora su guardaespaldas asignada por sus padres. A medida que la protección se convierte en un juego peligroso de atracción y deseo, a...