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Lisa se tomó unos minutos para calmarse antes de dirigirse al despacho donde el general Park la esperaba. Sabía que la conversación que tendrían no sería fácil.

Al entrar, lo encontró de pie junto a la ventana, con las manos cruzadas detrás de la espalda. Cuando la vio, le indicó que tomara asiento.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, con un tono más paternal que militar.

—Bien —respondió Lisa, aunque ambos sabían que no era del todo cierto. Su herida aún dolía, y su cabeza estaba hecha un caos.

El general la observó fijamente por un momento antes de suspirar.

—Sabes que no puedes quedarte aquí para siempre.

Lisa apretó la mandíbula.

—Lo sé.

—Tu misión era proteger a Jennie hasta que la amenaza desapareciera. Y ahora que el responsable está tras las rejas, oficialmente ya no hay razón para que sigas en esta casa.

Lisa sintió que esas palabras la golpeaban más fuerte de lo que deberían. No solo porque significaba que debía volver a la base militar, sino porque también significaba que debía alejarse de Jennie.

El general Park la miró con detenimiento.

—No te estoy obligando a nada, Lisa. Pero quiero que tomes una decisión pronto. ¿Vas a regresar al ejército como siempre habías planeado? ¿O piensas quedarte aquí... por ella?

Lisa apartó la mirada.

—No sé qué hacer.

El general se acercó y le dio una palmada en el hombro.

—Entonces piénsalo bien. Pero no tardes demasiado. Jennie no es el tipo de mujer que espera.

Lisa dejó escapar un suspiro pesado cuando el general salió del despacho. Se apoyó en la silla y cerró los ojos.

Jennie...

¿Podía realmente dejarlo todo por ella?

...

Lisa estaba en la terraza de la mansión cuando Hana se le acercó con dos tazas de té en las manos. Se sentó a su lado sin decir nada, ofreciéndole una de las tazas. Lisa la aceptó con una leve inclinación de cabeza.

—¿Te preocupa algo? —preguntó Hana, aunque su tono indicaba que ya conocía la respuesta.

Lisa suspiró y apoyó los codos en la mesa.

—Tengo que regresar al ejército. Pero no sé cómo decírselo a Jennie. No quiero herirla.

Hana le dio un sorbo a su té antes de mirarla con serenidad.

—Jennie no es una niña, Lisa. Sabe que esto podría pasar.

—Pero... ambas sabemos que tenemos sentimientos la una por la otra —admitió Lisa, bajando la mirada. Era la primera vez que lo decía en voz alta, y se sintió vulnerable.

Hana sonrió con dulzura.

—Eso es algo evidente, querida.

Lisa soltó una risa seca.

—No puedo quedarme. Mi contrato aún no termina. Pero si Jennie está dispuesta a esperarme... dentro de un año podría solicitar mi jubilación y estar con ella.

Hana la observó con atención.

—¿Y si ella no quiere esperar?

Lisa sintió un nudo en el pecho.

Mr. General | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora