El día siguiente amaneció con una calma sospechosa.
Demasiado sospechosa.
Kageyama fue el primero en notarlo. La habitación de Hinata estaba vacía. La cama tendida. Nada fuera de lugar… excepto la ausencia de su omega.
Bokuto llegó a la cocina esperando encontrarse con Akaashi tomando su té… pero no había ni taza, ni té, ni rastro de Keiji. Y Kenma tampoco estaba en su cuarto.
—¿Dónde están? —preguntó Kuroo, entrando a la oficina con el celular pegado al oído—. He llamado a los tres. Nadie responde.
Bokuto miró a Kageyama. Ambos se pusieron de pie al mismo tiempo.
—¿Crees que…?
—Se fueron —dijo Kageyama, su mandíbula tensa—. Y no nos dijeron nada.
—Mierda —masculló Bokuto, ya caminando hacia la entrada—. Los buscamos. Ahora.
×°×°×°×
—¿Qué carajo quieres decir con que se fueron a otro pais? —la voz de Bokuto retumbó por toda la mansión.
Kuroo alzó las manos, el teléfono temblando en sus dedos.
—¡Estoy diciendo que rastrearon las tarjetas y... ¡las usaron en Grecia!
Kageyama se levantó tan rápido que tiró la silla detrás de él.
—No… no puede ser. ¿Grecia?
—Santorini, para ser exactos —dijo Kuroo con el ceño fruncido—. Hotel boutique, con vista al mar, desayuno cinco estrellas, spa, cenas privadas, todo lo que puedas imaginar. Y adivina con qué pagaron… nuestras tarjetas negras.
—¡Están jugando con fuego! —gruñó Bokuto, pasando las manos por su cabello—. ¡Mi Keiji está allá, solo…! Bueno, con los otros dos, pero igual… ¡¿cómo se atreven?!
Kageyama apretó los puños. Nunca lo había visto tan fuera de sí.
—Shouyou se fue sin avisar… sin una nota. Sólo… desapareció.
—No solo eso —añadió Kuroo, deslizando el teléfono hacia ellos con una foto que acababa de aparecer en redes—. Mira esto.
La imagen era perfecta: Hinata, en shorts blancos y gafas oscuras, en una tumbona junto a una piscina infinita. Akaashi, con una camisa abierta y una copa en la mano. Kenma, sonriendo levemente mientras sostenía una cámara.
El pie de foto decía:
"Aprendiendo a vivir sin cadenas. #Libres #SantoriniVibes"—Se quieren morir, ¿verdad? —dijo Bokuto con una risa seca—. Nos están provocando.
—Y lo están haciendo bien —masculló Kageyama.
---
Mientras tanto… en Santorini.
—¿Creen que ya vieron la foto? —preguntó Hinata, con una sonrisa traviesa, mientras chapoteaba en la piscina.
—no lo se —dijo Kenma—. Y si no han explotado aún, lo harán en unos minutos.
Akaashi se estiró bajo el sol.
×°×°×°×
Flashback –
Todo comenzó la noche anterior, cuando los alfas estaban encerrados en la oficina, discutiendo planes de regalos más ridículos y costosos que el anterior.
—Ahora… —susurró Akaashi, con su pijama (inocente y sensual) mientras se asomaba por la puerta del pasillo—. Están ocupados. Es ahora o nunca.

ESTÁS LEYENDO
Dos mundos, un latido
RomanceBokuto y Kageyama, hermanos ricos y herederos de un imperio, deciden escapar de las expectativas familiares y vivir como personas normales. En otro lado, Hinata y Akaashi, mejores amigos con pocos recursos, sueñan con un futuro mejor. El destino los...