🖌 20. La deuda del abandono

4K 275 33
                                    

MILES

Jackson, hermano del medio de Ryker, era abogado. Esa misma noche mi amigo me había dado su número y la llamada con Jackson fue rápida y directa. Me pidió detalles y no tardó en confirmar que podíamos hacer algo.

Abandono de menor de edad. Mi padre se iba a arrepentir de todo.

Pero esto no era solo por Gia. Esto era por mí, por los años que pasé esperando que él se comportara como un padre. Por todas las veces que tuve que ser yo quien le preparara la cena a mi hermana porque él no estaba. Por los días en que prometía que llegaría a casa temprano y nunca lo hacía. Por las noches en las que nos dormíamos hambrientos, porque simplemente se había olvidado de comprar comida. Por cada promesa rota, por cada ausencia, por cada momento en que nos hizo sentir que no le importábamos.

Me fue imposible conciliar el sueño. Caminé por la habitación mirando el jardín de atrás de la casa de Idalia. Ryker me había hecho lavar la piscina.

Por momentos como esos lo odiaba un poquito.

El frío me acunó hasta que tuve frío y entré a mi habitación, cerrando la ventana y las cortinas. Me lancé a la cama, ahora sí, con cansancio. Por suerte no tenía tareas para la siguiente semana.

Fui a la comisaría a primera hora de la mañana. No podía arriesgarme a que Gia se enterara aún. No quería que pasara por más estrés del que ya estaba cargando. Expliqué la situación con cada maldita palabra pesada en mi lengua. El oficial tomó notas, me pidió pruebas. Le di la dirección de la casa que seguramente ahora estaba vacía. Le solicité la dirección de su trabajo para que lo ubiquen de ese modo. Aunque dudaba que consiguiera algo más que indiferencia de su parte.

Cuando salí, tenía la mandíbula apretada y los puños listos para romper algo. Me subí al auto y llamé a Jack.

—Está hecho.

—Bien, ahora hay que ver cómo responde. Pero te advierto algo, Miles. Este tipo puede pelear sucio.

Solté una risa sin humor.

—No me sorprende.

—Podría intentar llegar a un acuerdo. ¿Sabes si tiene dinero?

Silencio.

Sí, tenía. Y estaba claro que lo único que le importaba en la vida era él mismo y lo que dijera Deena. No me sorprendería si intentaba deshacerse del problema con unos billetes. Y, honestamente, si eso significaba que Gia obtendría algo de lo que le correspondía, no me importaba negociar.

Recordé la última vez que le pedí algo. No para mí, sino para Gia. Necesitaba dinero para un proyecto de la escuela y él ni siquiera me miró cuando dijo que no tenía. Dos días después, lo vi cenando en un restaurante caro con amigos, riendo como si nada le importara. Fue la primera vez que entendí, con absoluta claridad, que para él, nosotros nunca habíamos sido una prioridad.

—Si quiere pagar, que pague. No pienso rechazar ni un solo centavo que pueda servirle a Gia. —Doblé en la esquina y esperé a que el semáforo cambie de color—. Pero no voy a dejar que se salga con la suya tan fácil

Jackson suspiró del otro lado del teléfono.

—Te aviso en cuanto tenga novedades

Colgué y volví a casa de Ryker. Gia seguía dormida. Me quedé en la puerta de su habitación unos segundos, asegurándome de que respiraba tranquila, de que estaba segura. Luego bajé a la cocina, donde Ryker ya tenía café servido. Me senté frente a él sin decir nada por un rato.

—¿Listo? —preguntó al fin.

—Ya está en proceso.

Me sonrió y la tensión de su cara bajó un poco.

Somos ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora