capitulo:Xx

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la  noche había caído sobre la lujosa villa italiana donde los tres omegas estaban "retenidos" por sus alfas… aunque ya no parecía tan castigo.

Hinata se miraba en el espejo mientras se ponía una camiseta sin mangas blanca, cortada justo debajo del pecho, dejando ver parte de su abdomen y el boxer bajo un short flojo, casi infantil. Caminó hacia el sillón de la habitación de Akaashi, donde Keiji ya estaba con una pijama de seda negra que dejaba poco a la imaginación y se estiraba con una falsa inocencia felina.

Kenma, sentado en la cama con una sudadera extragrande y sin pantalones, dejó el celular a un lado y alzó una ceja.

—¿Entonces... es esta noche?

Hinata asintió con una sonrisa pícara.
—Esta noche ellos van a ser los que no puedan dormir.

Akaashi se levantó del sofá con una gracia calculada.
—Vamos a hacer yoga en la sala. A medianoche. Sin avisar.

Kenma bufó, pero sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Hinata va a terminar con Kageyama encima antes de que pueda tocar el suelo...

Los tres rieron, intentando disimular los nervios que en el fondo les recorrían la piel. Había algo emocionante en jugar así con fuego.

Minutos después, las luces tenues del salón creaban sombras suaves. Los tres omegas estaban sobre colchonetas improvisadas, haciendo estiramientos que de “inocentes” solo tenían la excusa.

Hinata estiraba los brazos hacia arriba, espalda arqueada, caderas hacia atrás.
Kenma estaba en posición de gato-vaca, con la sudadera resbalando de un hombro.
Akaashi hacía una apertura de piernas casi perfecta, la tela de la pijama tirante sobre sus muslos.

Y entonces… los pasos.

Bokuto, Kageyama y Kuroo llegaron al borde de la sala sin hacer ruido, pero se quedaron congelados al verlos. Los tres con la mandíbula ligeramente caída.

—¿Qué... están haciendo? —preguntó Kuroo, apenas con voz.

—¿Yoga? —respondió Hinata con carita de ángel, girando para mirarlos por sobre su hombro.

—¿A esta hora? —gruñó Kageyama, tragando saliva.

Akaashi se levantó con lentitud, caminando hacia Bokuto.
—¿No sabías que hacer ejercicio en la noche ayuda a dormir mejor?

—Keiji... —susurró Bokuto, con el pulso acelerado.

Pero antes de que pudiera hablar más, Akaashi resbaló “accidentalmente” y cayó en sus brazos.
—Oops...

Y eso bastó.

Kageyama caminó directo hacia Hinata, al borde del control.
Kuroo apenas y pudo contener el gemido cuando Kenma se estiró frente a él como si nada.

El plan de los omegas estaba funcionando.

Demasiado bien.


La sala ardía en tensión, aunque la temperatura fuera baja.

Hinata se inclinó hacia el frente, apoyando las palmas en el suelo mientras su trasero se alzaba en una postura de estiramiento que no tenía nada de inocente. Kageyama, firme como una estatua detrás de él, no podía apartar la mirada. Cada movimiento de Hinata parecía pensado para quebrarlo, para empujarlo un poco más hacia el límite.

Kenma hacía pequeños movimientos circulares con sus caderas, en una supuesta rutina de relajación. Kuroo, de pie frente a él, apretaba la mandíbula.

—¿Estás bien, Tetsu? —preguntó Kenma, con su tono suave, ladeando la cabeza como un gatito curioso.

—No... No estoy nada bien —murmuró Kuroo, con voz ronca.

Dos mundos, un latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora