Capitulo 26

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Encuentro con Esme

El hospital tenía un aire extraño aquella tarde. Las luces fluorescentes parpadeaban con intermitencias leves, como si compartieran la misma tensión que sentía Teresa en el pecho. Estaba sentada sola en la sala de espera del segundo piso, con una bolsa de hielo sobre la muñeca. Se había torcido mientras bajaba unas escaleras mal iluminadas en el bosque, buscando tranquilidad, una que claramente no había encontrado.

Esperaba que fuera otra enfermera la que le atendiera, pero por dentro deseaba que fuera él. Carlisle Cullen. Su mirada firme, su sonrisa serena, esa calma que emanaba de su presencia... Teresa había tenido muchos amores en su vida anterior como Teresa Chávez, pero este... este se sentía distinto. No solo por la conexión inexplicable que sentía, sino porque era el primer amor que llegaba cuando ella ya no lo buscaba.

Sin embargo, sus pensamientos se interrumpieron cuando alguien se acercó.

—¿Bella? —dijo una voz suave, femenina, cargada de una dulzura dolorosa.

Teresa levantó la mirada. Era Esme Cullen.

Vestía de forma sencilla, pero con una elegancia natural que solo se conseguía con los años. Su rostro estaba tranquilo, pero sus ojos... sus ojos estaban cargados de preguntas.

—Hola... —respondió Teresa con cautela.

Esme se sentó a su lado sin pedir permiso. Parecía cansada, pero más emocionalmente que físicamente.

—No quería interrumpir, pero... sentí que necesitaba hablar contigo —confesó, cruzando las manos en su regazo.

Teresa no dijo nada. Esperó.

—Carlisle está diferente —dijo al fin Esme, con una voz tan baja que apenas fue un susurro—. No me mira igual. No me habla igual. Está más... distraído. Triste, incluso. Y no sé por qué.

Teresa tragó saliva. Quiso apartar la mirada, pero no lo hizo. Algo dentro de ella se revolvió como una tormenta. Sabía hacia dónde iba aquella conversación, aunque Esme aún no lo supiera.

—Yo siempre he entendido que el amor entre vampiros puede cambiar —continuó Esme con una sonrisa triste—. Pero nunca pensé que me pasaría a mí. A nosotros.

—Esme... —Teresa murmuró, sintiendo que las palabras se le trababan en la garganta—. Yo no... yo no tengo intención de hacer daño a nadie.

—Lo sé —dijo la mujer rápidamente, sin agresividad ni reproche—. No te culpo. Solo... quiero saber si él te mira como yo creo que lo hace. Como si fueras su sol después de siglos en la oscuridad.

Teresa sintió una punzada en el corazón. El aire se volvió pesado. No era justo. Ella no había pedido renacer. No había pedido convertirse en Bella Swan. No había pedido que Carlisle sintiera por ella lo que sentía. Y sin embargo, ahí estaba, siendo la causa del dolor de una mujer que, claramente, lo había amado durante mucho tiempo.

—No soy Bella —susurró. Fue la única verdad que se atrevió a decir—. Y tampoco soy del todo yo ya.

Esme frunció ligeramente el ceño, confundida, pero no preguntó más. Simplemente asintió.

—A veces creo que ya lo sabía. Que tú... no eres la misma. Tus ojos no brillan igual. Y aunque todos quieren que sigas siendo la hija de Charlie, la humana que Edward amó... yo veo otra cosa. Algo más fuerte. Más roto también.

Teresa bajó la mirada, conteniendo las lágrimas.

—No quiero quitarte a nadie —dijo al fin—. Lo juro por lo más sagrado. Y si eso significa alejarme de él... lo haré. No vine aquí a destruir familias.

Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora