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Katherine Mora amaba escribir sobre el amor y aprovechaba su talento cobrando por cartas y poemas en su escuela. Todo iba bien hasta que Addison le pidió ayuda para conquistar a Owen Cooper, su mejor amigo. Katherine aceptó, incluso ofrec...
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Ni pregunten quién ganó.
Spoiler: el equipo de William. En cinco minutos les metieron cuatro goles más y los dejaron 5-1, a estas pobres almas de Dios.
La verdad, fue divertidísimo. Cada vez que los chicos se acercaban a la portería, el árbitro silbaba indicando fuera de lugar, porque Mason siempre estaba adelantado. Miguel andaba por todos lados menos en la defensa, que era su posición, y casi expulsan a Malachi por barrerse con toda la intención de llevarse al pobre del otro equipo. Ah, y los dos niños que Mason obligó a jugar… no se separaban del otro ni para respirar. En todo el partido no tocaron la pelota ni una vez. Estaban más tiesos que palo de escoba.
Eran tipo Emma Ross:
"Tal vez no sepa lo que hago, pero luzco genial haciéndolo."
Bajamos de las gradas riéndonos como locas y caminamos hasta el otro lado de la cancha, donde estaban los chicos tirados en el pasto, bajo el solazo de las cuatro de la tarde, todos sudados, derrotados y con sus sueños deportivos hechos trizas.
—Parece que fueron a la guerra —se burló Alex al verlos.
—No se burlen… —pidió Miguel, casi sin aire.
—Al menos no quedaron en ceros —dije tratando de sonar positiva—. Metieron un gol.
—Claro, de pura casualidad —soltó Mason, rodando los ojos.
—Y así Owen demostró que sí sabe jugar fútbol —lo miré con una sonrisa, mientras Addison y yo nos acercábamos.
—Así es —respondió Addison— Fue un gran gol.
Owen asintió, con una medio sonrisa.
—Sí, y sobre todo porque se lo dedic... —empezó a decir Malia, pero la interrumpí de inmediato.
—¡Se lo dedicó al aire! —me adelanté, nerviosa— ¿No? —miré a Owen buscando apoyo, y él me lanzó una mirada medio confundida.
—Sí… claro… —respondió, con tono dudoso.
—¿Y harán algo para festejar que no los aplastaron del todo? —preguntó Addison, claramente intentando sonar amable, pero todos la miraron como si acabara de decir que le va al equipo contrario.
No era secreto que Addison no les caía muy bien a los chicos. Hasta el año pasado nos molestaba y ahora, de la nada, estaba aquí, viendo un partido de fútbol y preguntando si iban a celebrar. Entiendo su incomodidad… y la del resto.
—Pues de hecho… no —respondió Malachi, secándose la cara con la camiseta.
—Oh…
—Lo que sí es que deberíamos ir a comer alitas un día de estos —propuso Owen, levantándose un poco.