Un secreto entre amigos

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Habían pasado unos cuatro días desde que Carlos descubrió el secreto de Addison, y desde entonces se había vuelto demasiado protector. Cada vez que veía a alguien con alguna bebida cerca de ella, lo alejaba sin pensarlo. Ni siquiera Ben y Jane eran tan sobreprotectores, pero la verdad es que a Addison no le molestaba. Sabía que solo quería cuidarla.

Hoy era un día importante para ella: faltaban solo dos días para el Día de la Familia, en el que sus padres y su hermana vendrían a visitarla. Tenía planeado presentarles a sus nuevos amigos, pero antes, quería contarle su secreto a los VKs. Ya no quería guardárselo más, necesitaba quitarse ese peso de encima, como lo hizo con Carlos.

Se levantó sin muchas ganas y comenzó a vestirse. Eligió ropa en tonos claros —sus favoritos— aunque también generalmente usaba colores fríos. Mientras se peinaba, escuchó la puerta abrirse.

—Hola, sirenita —saludó Jane.

—Hola, hadita. Justo tenía algo que comentarte.

Jane la miró con curiosidad.

—Dime.

—Planeo contarles mi secreto a los VKs.

Jane se quedó congelada. ¿Acaso había escuchado bien?

—Addy…

—Antes de que digas algo, déjame explicarte: Carlos ya lo descubrió por un descuido mío, y desde entonces ha sido muy amable. Me ha estado protegiendo para que no me salga una cola delante de toda la escuela. Además, confío en ellos. Sé que guardarán el secreto. Me gustaría poder nadar con ellos de alguna forma.

Addison temía por la reacción de Jane, pero ella solo sonrió, algo que la dejó confundida.

—¿Estás completamente segura?

Addison asintió con determinación.

—Entonces no veo por qué oponerme. No soy quién para decirte qué hacer o no. Además, para mí, tu felicidad siempre va primero.

Addison se lanzó a sus brazos y la abrazó con fuerza.

—Gracias.

Jane le devolvió el abrazo con cariño hasta que se separaron.

—Y ya que estamos… necesito tu ayuda, hadita.

—Claro. ¿Qué necesitas?

—Quiero contárselo hoy y que sea en el Lago Encantado. Necesito que hables con tu mamá para que autorice que pueda nadar allí, y también que pida a los demás alumnos que no vayan.

—No hay problema.

—Y quiero que tú y Ben estén presentes.

—Addy, tal vez deberías hacerlo sola…

—Claro que no. Los necesito con migo. De lo contrario, no podré hacerlo.

—Está bien, le avisaré.

—Gracias.

—¿Necesitas algo más?

—No. De los chicos me encargo yo.

Jane asintió y salió en busca de su madre, mientras Addison caminaba por los pasillos en busca de los VKs. No tenía preocupaciones; sabía que Audrey estaría ocupada con los preparativos para la coronación, así que dio gracias por eso.

Llegó al jardín y ahí encontró a sus amigos.

—¡Hola, chicos! —saludó con entusiasmo.

Los cuatro levantaron la vista y sonrieron al verla.

—Hola, Addy —saludó Evie.

—¿Qué tal tu cita con Ben? —preguntó Addison.

Mal se puso algo nerviosa.

—Estuvo… bien, supongo.

—Me alegra.

—¿En serio? Pensé que… no sé…

—Escucha, Mal. Eres mi amiga, y no te culpo por haberte enamorado de Ben. Además, ambos son felices. Estoy segura de que Audrey encontrará a alguien que la haga feliz algún día.

—¿Aunque esa persona no seas tú? —preguntó Jay, pero sin mala intención.

Addison lo miró con una dulce sonrisa, mientras Carlos fruncía el ceño. Después de lo que Audrey le había hecho a Addison, esperaba que no volviera a acercarse.

—Sí…

Los cuatro la miraron. Parecía calmada, no triste.

—Pero bueno, no vine a hablar de eso. Quiero llevarlos a un lugar especial.

—¿Dónde? —preguntó Evie, emocionada.

—Es un lugar que Mal conoce perfectamente.

Mal la miró confundida, pero luego recordó.

—¿Acaso es…?

Addison asintió y le hizo un gesto con la mano para que guardara silencio. No quería arruinar la sorpresa.

—¿Iremos ahora? —preguntó Carlos.

—Claro. Solo estoy esperando a…

Antes de terminar la frase, Ben y Jane aparecieron. Ben fue directo hacia Mal para abrazarla, mientras Jane se colocó junto a Addison, aunque su mirada se dirigía a cierto chico que también la miraba con dulzura. Addison se sintió un poco como el "tercero en discordia".

—Okey… ¿Qué tal si vamos antes de que se haga tarde?

Todos asintieron y la siguieron. Addison hablaba sin parar durante el camino, y a ninguno le molestaba. No la interrumpían; solo la escuchaban atentamente, riendo de vez en cuando. Incluso cantó en más de una ocasión, y su voz les transmitía una tranquilidad difícil de explicar.

Al llegar, los chicos se encontraron con un lago hermoso. Había una especie de picnic preparado. ¿Addison había organizado todo eso para ellos?

—Addy, esto es hermoso —dijo Evie.

—Gracias, pero tuve algo de ayuda —dijo mirando a Ben y Jane, que se sonrojaron un poco.

—Ayudamos, pero tú tuviste la idea, así que el crédito es todo tuyo —agregó Jane.

—Bueno, yo sí quiero un poco de crédito… dejé mis deberes para ayudarte —bromeó Ben, y recibió un pequeño golpe de Jane, haciendo reír a todos.

Se sentaron y comenzaron a comer algunos de los postres. Addison notó que Mal tenía una gran fascinación por las fresas.

—¿Te gustan las fresas, Mal?

Al darse cuenta de que la habían visto, Mal se avergonzó un poco y solo asintió.

Addison rió y suspiró. Era el momento. Se puso de pie, llamando la atención de todos.

—Los traje aquí porque hay algo que quiero contarles. Aunque la mitad de ustedes ya lo saben…

Ben, Jane y Carlos se mantuvieron tranquilos. Evie, Jay y Mal se miraron confundidos.

—Y como no sé cómo explicarlo… solo se los mostraré.

Acto seguido, Addison se lanzó al agua. Todos se pararon y miraron hacia el lago. Ahí estaba: una hermosa sirena pelirroja, con una aleta cubierta de escamas brillantes y colores preciosos. No podían creerlo. Era Addison. Su amiga… era una sirena.

Entre La Corona Y El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora