Algunas semanas después.Todo ocurrió demasiado rápido.
Kenma apenas había salido a comprar snacks. Hinata estaba en el balcón tomando aire. Akaashi yacía sobre el sofá con los audífonos puestos, ignorando el mundo.
Y entonces… la puerta del departamento se abrió sin previo aviso.
—¡¿Qué diablos…?! —gritó Hinata, pero una mano lo sujetó con firmeza. Kageyama.
—No te voy a hacer daño, pero vas a venir conmigo.
—¡¿Qué te pasa, enfermo?! ¡Suéltame!
Kageyama lo cargó como si no pesara nada y se lo llevó, mientras Hinata pataleaba como loco. El ruido hizo que Akaashi se levantara de un salto.
—¿¡Hinata!?
Antes de que pudiera llegar a la puerta, Bokuto ya estaba frente a él.
—Hola, Keiji.
—¡Estás loco si crees que me vas a llevar a algún lado!
—Sé que no quieres hablar… pero ya no voy a esperarte sentado —dijo con una sonrisa torcida.
Y en un solo movimiento lo tomó de la cintura con firmeza, acercándolo hacia él… y le dio un beso. Rápido, suave, pero lo suficientemente real como para dejar a Akaashi completamente congelado.
Sus ojos se abrieron como platos. Su respiración se detuvo por un segundo eterno.
—¿Q-qué…? —balbuceó, en shock total.
—Necesito que me escuches. Así que… Italia suena bien para hablar, ¿no?
Bokuto lo levantó como si pesara menos que una almohada, sin dejar que terminara de reaccionar.
Kenma, mientras tanto, intentaba volver al departamento cuando sintió que alguien le tapaba la boca y lo empujaba suavemente contra una pared.
—¡Shh! Tranquilo… solo quiero hablar contigo. Pero no aquí. —La voz de Kuroo sonaba extrañamente calmada. Casi seductora.
—¡Eres un psicópata! —murmuró Kenma, forcejeando—. ¡Déjame en paz!
—Después de Italia, si quieres —dijo Kuroo con una sonrisa.
Media hora después, un jet privado despegaba rumbo a la Toscana, con tres omegas gritando, insultando y prometiendo venganza… y tres alfas convencidos de que era la única manera de arreglarlo todo.
—¿Estás seguro de que esto no cuenta como delito? —preguntó Kuroo, ajustando su cinturón.
—Lo llamo “amor extremo” —respondió Bokuto, relamiéndose los labios con una sonrisa traviesa.
—Esto va a salir mal —dijo Kageyama, mientras Hinata le pateaba la pierna—. Pero al menos tendré tiempo para explicarme.
El interior del jet privado era puro lujo: sillones de cuero blanco, una mesa de madera tallada en el centro, una barra con copas de cristal relucientes y ventanillas amplias que mostraban el cielo sin fin. Pero la verdadera turbulencia no venía del exterior.
—¡Estás enfermo, Bokuto! ¡¿Qué te pasa en la cabeza?! —gritó Akaashi desde uno de los sillones, forcejeando contra el cinturón de seguridad que lo mantenía atado.
—¿Yo? ¡Tú no me dejaste opción! ¡Llevo semanas tratando de hablar contigo y lo único que haces es huir!
—¡Eso no justifica secuestrarme!
—Le di estilo —murmuró Bokuto con una sonrisita, pero bajó la mirada cuando notó que Akaashi de verdad temblaba.
Mientras tanto, en la parte trasera del jet…

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Dos mundos, un latido
RomanceBokuto y Kageyama, hermanos ricos y herederos de un imperio, deciden escapar de las expectativas familiares y vivir como personas normales. En otro lado, Hinata y Akaashi, mejores amigos con pocos recursos, sueñan con un futuro mejor. El destino los...