capítulo 7: stupid plan

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La oficina de Bokuto era un reflejo exacto de su personalidad: moderna, desordenadamente elegante y con demasiadas fotos de él mismo colgadas en la pared. Una mesa de billar decoraba un rincón, y había un sofá tan cómodo que era un peligro para la productividad.

—Entonces… —dijo Kuroo, recostado con una pierna cruzada sobre la otra—. ¿Estamos todos de acuerdo en que esos tres nos están haciendo la vida imposible?

—Hinata casi me pega con una taza hoy —dijo Kageyama, sin expresión.

—¿Y te gustó? —bromeó Kuroo con una sonrisa burlona.

—Cállate.

Bokuto estalló en risa, tirado de espaldas en el sillón giratorio.

—¡Akaashi no me habla desde ayer! Literalmente me ignoró mientras la mesera quería escribirme su número en el brazo.

—Y tú lo permitiste —dijo Kageyama, cruzado de brazos.

—¡Estaba en shock! ¡Fue incómodo!

Kuroo tomó su taza de café y dio un sorbo tranquilo.

—Kenma apenas me miró. Y cuando lo hizo, fue para fruncir el ceño. Eso no puede ser normal. ¿Será que ya me odia?

—No —respondió Bokuto—. Eso es bueno. Si ya le causas emociones, es que le importas.

—Eso es lo más optimista que te he escuchado decir —dijo Kuroo, entre risas.

Kageyama levantó la vista.

—Entonces, ¿qué hacemos? Porque si seguimos así, estos omegas van a pensar que somos unos inútiles emocionales.

—No están tan equivocados —murmuró Bokuto, pensativo.

—Ok, escuchen —Kuroo se enderezó, más serio—. Los tres tenemos algo en común: los omegas que nos gustan son inteligentes, tercos y tienen un muro de cinco metros entre ellos y nosotros. Necesitamos un plan.

—Un plan romántico, pero no cursi —dijo Kageyama.

—Algo que los sorprenda —añadió Bokuto—. ¡Como un secuestro emocional!

—Eso suena como una red flag —dijo Kuroo, aguantando la risa.

—Ok, no secuestro… ¿una cita sin que se den cuenta que es una cita?

—Como… ¿una salida casual donde los enamoramos con nuestro carisma letal?

—Exacto —dijo Bokuto señalándolo con energía—. ¡Una emboscada de amor!

Kageyama se pasó la mano por la cara.

—Dios mío…

—Escuchen, escuchen —Kuroo alzó las manos—. ¿Qué tal esto? Les proponemos ayudar con algo. Algo que a ellos les beneficie. Como... llevarlos a ver un local que Akaashi y Kenma dijeron que les gustaba, o algo de diseño que Hinata quería mirar.

—Y luego, BOOM, comida, risas, miradas intensas, y terminan diciendo “wow, estos alfas sí que me entienden” —añadió Bokuto, dramatizando con la voz.

—¿Y si no funciona? —preguntó Kageyama, escéptico.

—Entonces, Plan B: fingimos que necesitamos ayuda con algo, para que ellos se preocupen. Nada como el viejo truco del “me siento raro hoy, ¿puedes quedarte conmigo un rato?”

—Manipulación emocional básica, me gusta —dijo Kuroo, levantando la taza como brindis.

—Por favor, que Akaashi nunca escuche esto —murmuró Bokuto.

Dos mundos, un latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora