Verdades en la Oscuridad
Los días pasaban con rapidez, como si el tiempo mismo se hubiera rendido ante la rutina. semanas pasaban rapidamente, su vida en Forks era tranquila —escuela, tareas, comidas en familia con Charlie—, por dentro se cocía un huracán. Uno suave, silencioso... pero inevitable.
Teresa aún no sabía qué era exactamente lo que la ataba a Mia. ¿Era enemistad, rivalidad, curiosidad...? No podía explicarlo, pero lo cierto era que su relación con la nueva chica se transformaba cada día. Lo que comenzó como una competencia silenciosa en los salones de clase, se fue convirtiendo en conversaciones casuales, luego en charlas profundas y, sin quererlo, en una especie de alianza. Había algo en Mia que le resultaba dolorosamente familiar. Como mirarse a un espejo que no solo mostraba su reflejo, sino también su alma.
Ese sábado por la tarde, Forks estaba cubierto por su clásico cielo nublado, y una fina llovizna empapaba el aire. El clima perfecto para quedarse en casa, pero Teresa había sentido la necesidad de caminar. Sus pensamientos eran demasiado ruidosos, y necesitaba aire. Así que caminó sin rumbo fijo... hasta llegar al bosque. No era extraño que terminara allí. Siempre había algo de paz en los árboles húmedos y el silencio natural.
Para su sorpresa, Mia ya estaba ahí, sentada sobre una roca cubierta de musgo, mirando hacia el horizonte gris. No se sobresaltó al verla; al contrario, sonrió como si ya supiera que Teresa aparecería.
—¿Cómo sabías que vendría? —preguntó Teresa, frunciendo el ceño.
—No lo sabía. Pero lo sentía —respondió Mia, dándole una palmada a la roca a su lado para que se sentara.
Teresa se sentó, y por un momento, ambas guardaron silencio, observando cómo la niebla se deslizaba entre los árboles como un susurro.
—Necesito contarte algo —dijo Mia, al cabo de unos minutos. Su voz era más grave de lo normal, más firme—. Y quiero que me escuches hasta el final, ¿sí?
—Te escucho —dijo Teresa sin dudar.
Mia bajó la mirada, jugando con una hoja seca entre los dedos.
—No soy lo que aparento. Tú... tú piensas que soy solo otra chica rara que llegó a Forks, que tal vez oculta algo. Y no estás equivocada. Pero hay algo más.
Teresa ladeó la cabeza, intrigada. Sentía que estaba a punto de descubrir una parte clave del rompecabezas que era Mia.
—No soy humana, Bella. Bueno, no completamente. Y tampoco soy completamente vampira.
Teresa parpadeó, confundida.
—¿Qué eres entonces?
Mia levantó los ojos y la miró fijamente.
—Soy un híbrido. Una mezcla imposible. Mi madre era una licántropa, una loba. Mi padre... un vampiro de un linaje muy antiguo. Me concibieron en secreto, fuera de toda ley, fuera de todo lo permitido. Y nací... en el silencio. Crecí escondida, lejos de los clanes, lejos de los humanos. Nadie sabe que existo. Nadie debe saberlo.
El silencio que siguió fue espeso, denso, casi sagrado.
Teresa la observaba con asombro. No había miedo en sus ojos, ni repulsión. Solo una profunda empatía. Porque entendía mejor que nadie lo que era vivir fuera del molde, ser una excepción, una rareza.
—¿Y por qué confiarme esto a mí? —preguntó, suave.
—Porque tú tampoco eres lo que pareces. —Mia suspiró—. No eres Bella Swan. Eres... alguien más. Lo supe desde el principio. Tu forma de hablar, de mirar, incluso de caminar. No eras como ella. Y después, cuando escuché algunos rumores... entendí. Y también porque, aunque no te conozco del todo, sé que jamás traicionarías un secreto así. Eres... de las pocas personas que saben lo que es ser arrancada de una vida y puesta en otra.

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Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]
Fantasy-En proceso de reescritura- Cuando Teresa Chávez muere a manos de Fernando, su historia debería haber terminado. Pero en ese mismo instante, en un lugar muy lejano, Bella Swan también fallece, consumida por la depresión tras el abandono de Edward Cu...