Addison había logrado volver a la normalidad. Ahora se encontraba con Carlos, quien esperaba una gran explicación, aunque ella no sabía cómo empezar.
—Entonces… ¿de qué querías hablar conmigo?
—Por favor, Addy, no me salgas con eso. Explícame lo que vi.
—Lo haré, solo trato de aliviar la tensión.
Carlos se calmó un poco y suspiró.
—Venía a preguntarte si sabías dónde era la cita de Ben y Mal.
—Ya veo… fueron al Lago Encantado. Es un lugar lindo, te llevaré allí en cuanto—
—Okey, ya no cambies de tema.
—Lo siento.
Addison trató de encontrar las palabras adecuadas para comenzar.
—Bueno, como ya viste, soy…
—¿Mitad pez?
—No, Carlos. Sirena. Bueno, en realidad, en la antigüedad se nos decía nereidas, pero—
—Addison —dijo mientras apretaba los dientes.
—Lo siento. Bueno, como sabes, soy hija de Ariel, quien fue sirena en su juventud hasta que renunció a su cola para casarse con mi padre, un humano. Pero aunque mi mamá se haya vuelto humana, eso no elimina los genes de sirena.
—Ya veo… eso es…
—¿Raro, verdad? Tal vez pienses que soy un monstruo o algo.
—Espera, Addison, no creo eso.
—¿No?
—¡Por supuesto que no! Creo que es increíble. Es decir… ¿sirena? Es simplemente… wow.
—Bueno, en realidad, mitad sirena.
—¿A qué te refieres? ¿No es lo mismo?
Addison negó con la cabeza.
—¿Estás preparado para una larga explicación?
Carlos asintió emocionado. Siempre había querido conocer o escuchar sobre sirenas desde que vio a Addison leyendo sobre ellas.
—Está bien. Al ser hija de una sirena y un humano, mis genes están divididos cincuenta y cincuenta. Eso significa que soy sirena, pero no como lo fue mi madre. Yo solo puedo estar bajo el agua si aguanto la respiración, y puedo hacerlo por máximo treinta minutos. Pero puedo nadar tan rápido como los delfines. También puedo comunicarme con animales, pero solo marinos. Y me transformo al entrar en contacto con líquidos externos, volviendo a la normalidad cuando me seco.
—¿Y cuando lloras o sudas?
—Bueno, eso es algo biológico del cuerpo humano, así que no cuenta como líquido externo. Pero si es agua del océano, por ejemplo, sí ocurre lo que ya viste.
—Perdón por preguntar, pero… ¿cómo te bañas si no puedes tocar el agua?
—Bueno, las sirenas tienen unas células especiales que evitan el mal olor y otras cosas. No necesitamos bañarnos con frecuencia, aunque a veces lo hago solo para relajarme.
—Ya veo. ¿Y cómo has vivido así todo este tiempo sin que nadie lo notara? Ya viste lo que pasó con ese chico, podría golpearlo.
—Tranquilo. El Hada Madrina me hizo una pequeña poción que evita que me transforme al tocar agua. El efecto dura una hora, lo justo por si llueve.
—¿Quién más sabe esto?
—No muchos. Solo mi familia, el Hada Madrina, mis tíos, Ben y Jane. Trato de ocultarlo lo mejor que puedo.
—¿Por qué?
—Porque las sirenas siempre han sido tachadas de criaturas malvadas que hipnotizan con su canto. No quiero que piensen eso de mí.
—Pero todos saben que tu mamá fue una sirena.
—Sí, pero ya no lo es. Cuando se convirtió en reina ya era completamente humana. Mi papá nunca permitió que otros supieran mucho de su historia, y mi abuelo casi nunca sale del mar. Todavía no confía del todo en los humanos.
—¿Y haces algo más además de hablar con animales?
Addison dudó un poco, pero decidió ser honesta.
—Puedo hipnotizar a las personas cuando canto, pero no con cualquier canción. Hay una en especial que se canta en el reino de Atlántica. El efecto solo dura mientras la canción está en curso, unos tres minutos, y después hay un minuto más hasta que la persona sale del trance. Solo la uso si estoy en verdadero peligro.
—Wow, Addy. Debe ser genial ser una sirena. ¡No puedo esperar a nadar contigo y los chicos!
—¿Los chicos?
—Sí. Estoy seguro de que si les cuentas, quedarán fascinados.
—¿Tú crees? No quiero que me odien o me tengan miedo…
—¿Miedo? Por favor, Addy, ¡somos hijos de villanos! Tú deberías tenernos miedo a nosotros.
Addison rió.
—Gracias, Carlos. Decir esto… es liberador, de algún modo.
—Está bien. Sabes que siempre puedes contar conmigo.
Addison lo abrazó. Al principio Carlos no supo cómo reaccionar, pero luego le devolvió el abrazo. Estuvieron así por unos cinco minutos hasta que se separaron.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Addison asintió.
—Bueno, oí por ahí que tienes una hermana… ¿ella también es como tú?
—Sí, aunque ella tiene más genes de sirena. Por eso se espera que algún día sea la reina de Atlántica.
—¿En serio?
—Claro. Es curioso: yo soy físicamente más parecida a mamá, pero con genes humanos. En cambio, ella se parece más a mi papá, pero con más herencia de sirena.
—Deben llevarse muy bien.
—Sí, nos llevamos de maravilla. Además, mientras ella gobierna el mar, yo gobernaré en la tierra. Y quién sabe, tal vez hagamos un tratado de paz para que ambos reinos coexistan.
—Eso suena genial. ¿Y cuándo será tu coronación?
—Está planeada para después de la de Ben.
Carlos asintió, y Addison le sonrió.
—Quiero que tú y los chicos estén en primera fila.
Carlos la miró sorprendido.
—¿Pero no se supone que ahí va la familia? Eso dice el protocolo.
—Sí, pero el protocolo es aburrido. Además, en mi familia me dejan hacer lo que me hace feliz.
—Bueno… si no volvemos a la isla, ahí estaremos.
—¿No seas tonto, por qué volverían a la isla? —dijo entre risas.
Carlos solo la miró y rió nerviosamente.
—Olvídalo, digo cualquier cosa. Pero cambiando de tema… ¿qué pasó antes, cuando estabas llorando?
Addison dejó de reírse y su expresión se volvió seria. Sentía que iba a llorar de nuevo.
—Me crucé con Audrey. Hice lo que me dijeron… le confesé lo que sentía. Pero ella ya lo sabía. Solo me estaba usando para su conveniencia. Se estaba aprovechando de mi dolor.
—Oh, Addy… lo siento mucho.
—Está bien. No es tu culpa. Además, ahora tal vez pueda superarla.
Y eso era lo que esperaba. No quería seguir sufriendo por alguien a quien no le importaba en lo más mínimo. Ahora solo quería enfocarse en su futuro. Faltaba poco para su coronación, y ese iba a ser un paso importante en su vida.

ESTÁS LEYENDO
Entre La Corona Y El Mar
FantasyAddison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer n...