Capitulo 23 - Mancha Roja

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No era sólo deseo

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No era sólo deseo.

Era algo más profundo, más salvaje y sagrado.

Harry dejó que sus dedos descendieran lentamente por el cuello largo y esculpido de su Omega, como si tocara una melodía muda escrita sobre piel.

Sus manos, cálidas, viajaban como la brisa de verano que agita el trigo dorado, rozando los hombros delgados, los brazos delicados y las costillas que se alzaban con cada inhalación ansiosa.

—Eres arte—murmuró Harry, sus labios rozando el hueso de la clavícula de Draco—Eres el lienzo que siempre he querido pintar con mi boca—

Draco cerró los ojos, la garganta dejaba escapar pequeños gemidos que parecían himnos susurrados en alguna lengua perdida.

Su cuerpo se arqueaba hacia el Alfa como una flor buscando el sol.

Los besos de Harry comenzaron a descender, suaves como pétalos de jazmín flotando en un río nocturno.

Su boca se deslizó por el pecho del rubio, besando cada curva, cada marca, como si dejara promesas selladas con fuego.

Y Draco, Draco se aferraba a su cabello, desesperado, suplicante en silencio por más, por todo.

—Hazme tuyo—susurró Draco, su voz quebrada como cristal fino—No quiero que amanezca si no estás dentro de mí.

Harry le respondió con otro beso, esta vez sobre su vientre pálido, un beso que ardía, que decía sí, para siempre.

El jadeo del Omega se mezclaba con el murmullo de la noche, y las sábanas se retorcían como testigos silenciosos de esa unión hecha de necesidad, ternura y pura pasión.

Cada roce, cada caricia era un verso no dicho, un poema tejido entre gemidos y silencios.
Harry lo adoraba.

Lo veneraba como un dios caído a sus brazos.

Draco se retorcía debajo de él, tratando desesperadamente de controlar los gemidos que salían de su boca.

Sus caderas se movían instintivamente, buscando más contacto, más fricción.

Sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas, tratando de encontrar algo a lo que aferrarse.

—Oh, por favor, Por favor—suplicó nuevamente, luchando contra su orgullo para pedir lo que necesitaba.

—Quieto—
Draco volvió a quedarse quieto, aunque con gran dificultad.

Sus ojos estaban llenos de deseo y desesperación, pero obedeció a la orden.

—Sí, Solo quiero, Quiero más—murmuró entre dientes, luchando contra el impulso de exigir más.

Draco soltó un grito ahogado cuando sintió la lengua de Harry contra su piel sensible.

𝓗𝓪𝓻𝓬𝓸-𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora