El timbre de la puerta del café sonó con su campanilla suave, como un murmullo en medio del bullicio tranquilo del lugar.
Hinata, detrás del mostrador, levantó la mirada con fastidio. Su cuerpo aún estaba algo sensible. Aquel primer celo repentino había dejado huellas en él, aunque trataba de fingir que todo estaba bien.
Pero al ver quién entraba, sus ojos se abrieron con sorpresa y alegría genuina.
—¡Kenma!
El chico de cabello rubio se detuvo en seco al ver a su primo correr hacia él. Apenas tuvo tiempo de soltar su mochila cuando Hinata lo abrazó con fuerza.
—Viniste —susurró Hinata, sin poder evitar que sus ojos se humedecieran.
Kenma levantó una ceja, pero no se apartó.
—Claro que vine. Te dije que lo haría. ¿Estás bien?
—Sí… bueno, más o menos —dijo Hinata, soltándolo—. Pero qué importa eso ahora, ¡estás aquí!
Kenma lo observó con detenimiento. Su olfato, más sensible por naturaleza, captó algo diferente. Un aroma que no recordaba en su primo.
—Hinata… hueles distinto.
Hinata se tensó un segundo.
—Después hablamos de eso —respondió rápido, tomando su mochila y guiándolo hacia la parte trasera—. Ven, tengo que presentarte a alguien.
—¿Quién?
—Mi mejor amigo. Akaashi.
Kenma frunció el ceño al escuchar el nombre, como si algo en ese apellido resonara en su cabeza.
Cuando entraron a la cocina, Akaashi estaba organizando cajas con expresión seria, aunque al ver a Hinata su rostro se suavizó… hasta que notó a Kenma.
Los ojos de Akaashi y Kenma se cruzaron. Silencio.
Kenma lo escaneó de arriba abajo. Analítico, frío. Akaashi, en cambio, parpadeó con sorpresa.
—Akaashi, él es mi primo, Kenma. Kenma, él es mi mejor amigo —presentó Hinata, con una sonrisa que intentaba suavizar la tensión que flotaba de la nada.
—Hola —dijo Akaashi.
—Hmm —respondió Kenma, sin mucho más.
—No te preocupes, es así con todo el mundo —murmuró Hinata al oído de Akaashi—. Pero en el fondo es un amor.
Akaashi asintió, pero algo no lo dejaba tranquilo. No era solo la forma en que Kenma lo miraba… era el aura que traía con él. El olor. La energía. Era omega. Lo supo en cuanto entró. Pero ese omega no era uno cualquiera.
Era un omega con una muralla emocional tan alta que daba escalofríos.
Kenma, por su parte, también percibió algo.
—¿Aquí… han estado alfas? —preguntó sin levantar la voz.
Hinata y Akaashi se congelaron.
—¿Por qué lo preguntas? —preguntó Akaashi.
Kenma no respondió. Solo volvió a mirar a su primo y luego a Akaashi, como si estuviera resolviendo un rompecabezas sin piezas.
—Porque todo este lugar huele como una trampa.
°×°×°×°
Hinata se fue al frente del café a atender unos pedidos, dejándolos solos en la cocina por unos minutos.

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Dos mundos, un latido
RomanceBokuto y Kageyama, hermanos ricos y herederos de un imperio, deciden escapar de las expectativas familiares y vivir como personas normales. En otro lado, Hinata y Akaashi, mejores amigos con pocos recursos, sueñan con un futuro mejor. El destino los...