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Katherine Mora amaba escribir sobre el amor y aprovechaba su talento cobrando por cartas y poemas en su escuela. Todo iba bien hasta que Addison le pidió ayuda para conquistar a Owen Cooper, su mejor amigo. Katherine aceptó, incluso ofrec...
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Llegamos a la heladería, un lugar tranquilo que Owen y yo solíamos visitar con frecuencia. La máquina de los helados cremosos hacía un sonido suave mientras tomábamos asiento en una mesa cerca de la ventana. Me sentí un poco más relajada, disfrutando del momento con Owen. Al menos, en este lugar, no teníamos que preocuparnos por nada, solo disfrutar de un helado y ponernos al día.
—¿Chocolate?—Le pregunté a Owen cuando pidió el suyo—Más básico no puedes ser.
–Chocolate con avellanas—Corrigió.
Se me prendio el foco y tome mi teléfono y comencé a anotar otro consejo,había olvidado mi libreta,¿Qué me pasaba?
4.Su helado favorito es el de chocolate con avellanas.Sigue siendo igual de básico pero bueno...
Ya no quise escribir más por que era demasiado básico el sabor de owen.
—¿Tú qué opinas de lo del jueves? —le pregunté, dándole una cucharada a mi helado de ferrero—¿Crees que en realidad tengan alguna oportunidad?
Owen se rió suavemente, mirando su helado de chocolate con avellanas.—¿En serio? Somos un desastre, pero vamos a intentar que sea divertido —respondió con una sonrisa— Además, al menos no tenemos a William y su gente burlándose de nosotros si les ganamos.
—Eso sería lo más...—reí—Y si llegan a perder, pues... al menos nos reiremos de ustedes, ¿no?
Owen asintió, jugando con la cuchara en su helado.—Exacto, lo importante es que lo intentemos. Aunque... no sé si el “lo intentemos” sea suficiente para ganar, pero por lo menos vamos a pasarla bien.
Owen se quedó en silencio unos segundos, procesando mis palabras.
Justo cuando iba a agregar algo, la puerta de la heladería se abrió con fuerza, y una voz familiar nos hizo mirar hacia la entrada.
—¡Ustedes dos! —gritaron a la par—¿Por qué no nos invitaron a la heladería?
Era Malachi, seguido de Mason, Alex,Miguel, Malia,Dior,incluso Isabella que es la que casi no se reúne con nosotros.Todos parecían un poco molestos pero también divertidos, como si se tratara de una broma interna.
—¿Nosotros invitarles? —dije, entre risas— ¿Y no se supone que ustedes estaban en otro plan, comiendo en casa de Mason?
—Pues sí, pero de alguna manera descubrimos que se estaban escapando, así que...—Malachi se encogió de hombros—No queríamos quedarnos sin helado, así que decidimos venir a ver qué hacían los grandes, los cool, los... ¿cómo se llama el grupo, Katherine? Los... ¿el equipo de fútbol de la vergüenza?
Me reí ante la ocurrencia de Malachi, pero les respondí.—
Lo que pasa es que no queríamos invitarlos—dije, con tono burlón—Una salida de mejores amigos.
—¡Uy, qué fuerte! —exclamó Dior, llevándose una mano al pecho dramáticamente— Nos acaban de hacer a un lado como si fuéramos extras en su película.
—No es personal —intervino Owen con una sonrisa tranquila—Solo queríamos platicar un rato... como antes.
—¿Como antes? —repitió Mason—¿Desde cuándo tienen exclusividad ustedes dos?
—Desde que éramos los únicos que sabíamos que la heladería tenía el mejor helado de ferrero de la ciudad —dije, levantando mi cucharita como si brindara.
—Sí, bueno —dijo Miguel, rodando los ojos mientras se cruzaba de brazos—De todos modos, ya estamos aquí, así que... ¡una ronda de helados para todos! Katherine y Owen pagan, ¿no?
—¿Perdón? —me atraganté con mi helado—¿Por qué nosotros?
—Porque nos abandonaron—dijo Malia, sentándose a mi lado con una sonrisa traviesa—Y eso merece una compensación emocional y también económica.
—Ay, ni que fuéramos tan importantes —intervino Isabella por primera vez, alzando una ceja— Igual yo solo vine porque me dio curiosidad.
—Curiosidad... —murmuró Alex, mirándola de reojo—. ¿O porque viste que todos veníamos?
Isabella se encogió de hombros, pero sonrió de lado. Me dio gusto verla ahí, aunque fuera rara la vez que se unía al grupo.
—Bueno, ya que están todos, ¿quieren saber de qué estábamos hablando antes de que interrumpieran nuestra salida exclusiva? —pregunté, picando el fondo de mi vaso vacío.
—Seguro estaban hablando de lo malos que son jugando fútbol —dijo Mason.
—De hecho, sí hablábamos de eso —respondió Owen con una media sonrisa.
—¡Ja! Sabía que eran unos traidores —exclamó Mason, señalándonos con su cucharita— Pero al menos sean honestos, ¿cuál es su pronóstico?
—No lo sé —dije, encogiéndome de hombros— Todo dependerá de qué tan en serio se tomen el entrenamiento.
—O sea, cero en serio —soltó Dior, riéndose.
—¡Oye! —protestó Miguel—. Vamos a ganar. —Van a hacer el ridículo —corrigió Malia, dándole un sorbo a su malteada— Pero con estilo, eso sí.
La conversación continuó entre bromas sobre el partido y burlas amistosas, pero yo apenas podía concentrarme.
Nadie sospechaba nada. Nadie tenía idea de que Addison había estado pidiéndome consejos para enamorar a Owen.
—¡Pues ya veremos quién se ríe el jueves! —exclamó Mason, cruzándose de brazos con dramatismo.
—Sí, seguro seremos nosotros —solté, ganándome una mirada fulminante de su parte.
El ambiente estaba relajado, lleno de risas y comentarios ocurrentes. Después de tanta charla sobre fútbol y apuestas, la conversación fue cambiando poco a poco a cosas más triviales.
—¿Recuerdan la vez que Mason casi tira la pizza en el cine? —soltó Alex, riéndose.
—¡Eso fue un accidente! —se defendió Mason— ¡Y además, la atrapé a tiempo!
—Sí, pero no antes de que cayera sobre mi sudadera —replicó Miguel, frunciendo el ceño— Tuve que soportar el olor a queso toda la película.
Las carcajadas no se hicieron esperar.
—Eso es nada comparado con cuando Owen se quedó dormido en medio de la feria y casi lo dejamos ahí —agregó Dior.
—¡Ey, ey! —protestó Owen, alzando las manos— No fue mi culpa, la fila de los juegos era eterna.
—Lo peor es que se despertó justo cuando ya estábamos a punto de irnos y preguntó si ya habíamos subido a la montaña rusa —añadió Malia.
Las risas se mezclaron con las cucharitas chocando contra los vasos de helado vacío. Todo se sentía fácil, como antes, como si no hubiera nada más de qué preocuparse que el momento presente.
Por un rato, no pensé en Addison, ni en el partido, ni en nada que no fuera la felicidad de estar rodeada de mis amigos.
Era un respiro necesario, una burbuja de diversión en medio del caos cotidiano.