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—Cuéntanos, ¿Pudiste encontrar a Ezlang? —le inquirió Mofak.

Luego de que Ivanska llegara, se habían levantado Mofak y Gala también, y ahora se encontraban los cuatro sentados en la sala, con una taza de café y unos aperitivos, especialmente para el muchacho, que había regresado hambriento.

—Sí, lo encontré, él está viviendo en la casa que su padre les construyó cuando eran niños para que jugaran.

—Ah sí, para "jugar" —pronunció el castaño antes de beber un poco de café—. Mis padres la usaban para encontrarse.

Gala lo observó curiosa e Ivanska carraspeó, antes de continuar.

—El rey no va a hacer nada al respecto, creo que las hormonas para estabilizar sus testosteronas han afectado su buen juicio también, no va a interferir en las decisiones y órdenes tomadas por su sucesor, y hasta me atrevo a decir, que está de acuerdo con ellas.

—Ese maldito cobarde —gruñó Mofak, apretando los puños—. Si no hace algo ahora mismo, Izlang podría presentarse y reclamar el puesto.

—¿Pero no es por sucesión? Si es así, le corresponde a Tarek, no a su hermano —pronunció Gala.

—Sí, pero aquí no se soluciona así simplemente. Los miembros de la línea sucesoria de la familia real, pueden reclamar el liderazgo, e incluso llevarse a cabo un enfrentamiento para determinar quien es apto para tomar dicho puesto... Y es obvio que Izlang mataría a Tarek sin remordimiento alguno —le explicó Mofak.

—No creo que el rey Izlang sea capaz de asesinar al príncipe Tarek, después de todo, es hijo de su reina —murmuró Tariel—. Ella no permitiría que tomaran la vida de su hijo.

—A ella no le importa Tarek —acotó Ivanska, tomando un sándwich—. Y su lealtad está con su marido, lo que él decida, ella lo apoyará... Y tal vez sea lo mejor, Tarek será un problema a futuro con esa personalidad soberbia y avallasante.

Gala respiró profundo y se pasó una mano por el rostro, antes de suspirar.

—¿Podría aunque sea hacer el intento de hablar con Ezlang? Sé que no lo voy a hacer cambiar de opinión, pero tal vez... Podría entrar en razón.

—Es lo mismo, Gala, y no, no irás a donde está él —le dijo serio Mofak.

—¿Por qué?

—Esa casa está en territorio de la casa real, sus oficiales o incluso los habitantes aledaños podrían verte y dar aviso a los guardias de Tarek.

—Pero que Ezlang esté solo no lo ayuda tampoco, él está atravesando quizás una crisis de depresión, estar solo en un momento así hará qué-

—Mi decisión está tomada —la interrumpió.

La castaña apretó su mandíbula con rabia.

—Acómpañame entonces tú, si no quieres que vaya sola.

—No.

—¡Mofak! Entiende que esto no lo hago por puro capricho, es necesario que él vuelva a su puesto, por el bien de todos. ¿Qué pasará contigo si Izlang toma el reino?

—Con nosotros nada —pronunció indiferente—. Esta casa es ajena a la familia real, es otro territorio y ellos no tienen jurisdicción. Además, tengo las suficientes fuerzas como para enfrentarme a él.

—Eres... Eres... Cruel cuando quieres —le dijo frustrada, antes de ponerse de pie y marcharse hacia su habitación.

Tariel la observó con pesar y luego se disculpó con Mofak, antes de seguirla.

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