Addison solo podía maldecir por lo bajo. Lo último que quería era cruzarse con ella. Sin embargo, poniendo su mejor cara, decidió darse vuelta.
—Hola, Audrey. Felicidades por tu noviazgo.
—Gracias. Te estuve buscando por todas partes.
—¿En serio?
—Sí, tenía que hacerte una pregunta.
—Dime.
—Oí que Ben llevó a Mal a una cita. ¿Sabes a dónde fueron?
Addison debió suponer de qué se trataba.
—No.
—Vamos, Addison, soy tu amiga. Puedes confiar en mí.
—Pues si eres mi amiga, deberías comprender que Ben también lo es. Y aunque supiera dónde están, no te lo diría.
—¿Acaso crees que arruinaría su cita?
—Sí.
—Recuerda que ahora Chad es mi novio.
—Por eso mismo deberías concentrarte en él, en vez de en una relación ajena.
Audrey no podía creer lo que Addison le decía. Se acercó poco a poco y tomó su mano con suavidad.
—Lo siento, Addy. Sabes que no quise ser dura contigo.
Addison estuvo a punto de ceder, pero recordó lo que había hablado con los chicos. Este era el momento adecuado para decir la verdad. Se alejó un poco, aunque le costara, y Audrey notó su reacción con sorpresa.
—Tengo algo que decirte.
Audrey ya sabía a dónde iba todo esto.
—Addison…
—La verdad es que, desde hace bastante tiempo, tú…
—No lo digas. Por favor, no lo digas.
—Me gustas, Audrey. Y no puedo evitar sentirme así.
Audrey se quedó callada. Esto no debía estar pasando, no ahora. Su plan era que los VKs volvieran a la isla usando la influencia de Addison. Pero si la rechazaba, sabía que ella no haría lo que le pedía.
—Addison, tengo novio y…
—Lo sé. No espero que me correspondas. Solo quería que lo supieras.
—¿Por qué me haces esto?
—¿Qué cosa?
—¿Por qué te declaras si sabes que tengo novio? ¿O te declaraste ahora porque pensaste que tal vez tenías una oportunidad?
—¡Yo no…!
—No debiste hacerlo, Addison. Yo ya sabía que… —y se detuvo, dándose cuenta de que había metido la pata.
Addison se congeló. ¿Ella ya lo sabía? ¿Entonces por qué…? Y ahí lo entendió.
—¿Tú… te aprovechaste de que yo estaba enamorada para manipularme? —preguntó, tartamudeando un poco.
—No, Addy. Yo nunca haría eso.
—Creí que eras mi amiga.
—Eso debería decirlo yo. Una amiga no se enamora de la otra.
Addison sintió cómo unas lágrimas empezaban a caer por su rostro. Sin querer escuchar más, se fue, dejando a Audrey sola.
En el camino, casi llegando a su habitación, chocó con alguien, provocando que cayera al suelo.
—¡Oh, Dios! Addy, lo siento. Justo venía de tu habitación. Como no te vi, decidí ir a buscarte.
Esa voz… era Carlos. Addison se levantó lo más rápido que pudo.
—Está bien, no te preocupes. Pero hablamos luego, tengo cosas que hacer —y cuando intentó irse, Carlos la detuvo.
—¿Estás bien?
Addison evitaba el contacto visual, hasta que Carlos se cansó y tomó su rostro entre sus manos. Fue entonces cuando la vio: sus lágrimas bajando por las mejillas, los ojos rojos. Sin dudarlo, la abrazó.
—¿Quién fue?
Addison solo lo abrazó más fuerte y rompió en llanto. No le importaba que otros la vieran, solo necesitaba que alguien la contuviera. Y eso era exactamente lo que Carlos iba a hacer.
Siguió llorando hasta sentirse agotada, sin una sola lágrima más. Trató de regular su respiración y poco a poco se fue separando del abrazo. Carlos solo la miró y le dedicó una sonrisa.
—¿Estás mejor?
Addison solo asintió.
—¿Me quieres contar qué pasó?
Ella lo miró, pero luego bajó la vista y asintió despacio.
—¿Me dirás quién fue?
Addison guardó silencio. Las palabras no salían de su boca, pero justo cuando estaba por hablar, escucharon murmullos cerca. Se apresuró a limpiarse las lágrimas.
—Mejor en mi habitación —fue lo único que dijo. Estaban a solo unos pasos, y sería mejor hablar allí, donde nadie más pudiera escuchar.
Carlos asintió. Iría a donde ella dijera, con tal de que se sintiera cómoda.
Un par de chicos pasaron cerca. Uno de ellos chocó contra Addison, lo cual no le molestó… hasta que sintió un líquido derramarse sobre su brazo. Alarmada, miró a Carlos y sin dar explicaciones salió corriendo a su habitación. Por suerte no estaba lejos.
Carlos, al verla correr, la siguió. Addison cerró la puerta tras de sí y él escuchó un golpe que lo alarmó. Entró rápidamente… y se quedó paralizado.
En el suelo, vio a Addison. Pero ya no tenía piernas.
En su lugar, había una cola lila llena de escamas brillantes. Llevaba un top del mismo color, adornado con pequeñas gemas que le daban un aire elegante. Su cabello, antes recogido, ahora estaba suelto y parecía mojado.
—Te lo explicaré, pero por favor, cierra la puerta. No quiero que nadie más me vea.
Carlos tardó un poco, pero obedeció. Y entonces lo supo.
Addison era nada más y nada menos que… una sirena.

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Entre La Corona Y El Mar
FantasyAddison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer n...