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—¡Príncipe Mofak! —exclamó alarmado uno de los guardias de su casa, entrando casi corriendo hasta su salón, donde el muchacho se encontraba—. Acaba de ocurrir un gran percance.

—¿Qué pasó? ¡Habla!

—Las humanas intentaron huir de la habitación asignada, hiriendo a la joven noble Tariel.

—¿Qué mierda? ¿Cómo está Tariel? —gruñó poniéndose de pie, junto a Gala, ya que ambos estaban sentados en los sillones de la sala.

—La señorita Tariel se encuentra bien, sólo fue un golpe en la cabeza, pero de todos modos los médicos la están atendiendo ahora mismo.

—Iré a verla —pronunció la castaña dirigiéndose a las escaleras.

—Gala, espera... No creo que sea adecuado para ti... Conocer de este modo a nuestros médicos —le advirtió en un tono incómodo, buscando las palabras para no sonar tan brusco.

—Si no voy a irme de esta isla, y ahora este será mi nuevo hogar, no puedes seguir ocultándome las cosas.

Mofak suspiró y le hizo un ademán con su mano para que continuara su camino, antes de volver su vista al guardia.

—¿Y dónde están las humanas?

—Ese es el gran percance, lograron llegar hasta los límites de la casa, por la zona oeste, pero...

—¿Se toparon con las abominaciones? —suspiró.

—Una de ellas ha muerto, fue completamente destrozada, las otras dos están muy heridas. Si lograron sobrevivir, fue gracias a las oficiales que corrieron hacia el lugar cuando escucharon sus gritos.

—Pues mal por ellas —pronunció indiferente—. Qué los médicos se ocupen luego, y llevenlas al sótano, es evidente que no se puede tener un mínimo de confianza luego de esto. Imposible mantenerlas vivas, cuando ellas mismas buscan su deceso.

—De acuerdo, señor.

—Y Menrak, envía un mensajero al resto de los pueblos, que todos estén al tanto de lo que está ocurriendo en la casa real. Estoy seguro que mí hermano Izlang ya debe estar al tanto, y querrá tomar el lugar de Ezlang.

—Sí, señor.

Mofak respiró profundo y luego suspiró lentamente, mientras se dirigía hacia las escaleras para ver cómo se encontraba Tariel. El cuidado y la vida de la jovencita era responsabilidad de los miembros de la familia real.

Era muy importante para ellos.

***

—Quiero que encuentren a ese maldito guardia ¡Y sea castigado en frente de todos! —exclamó el jovencito con rabia, de pie frente a su trono—. ¡Por desobediencia y traición a la casa real!

—Como usted lo ordene, joven príncipe Tarek..

—No, príncipe no, soldado, ahora soy soberano —masculló con rabia, gruñendo.

—Sí, joven rey —se corrigió, antes de que se retiraran del gran salón.

—Rey Tarek —pronunció su nuevo general, presentándose ante él haciendo una reverencia.

—¿Lograste hacer hablar a Geliank? —gruñó.

—No —le dijo en un tono bajo, sin levantar su cabeza—. Hemos intentando de todas las formas posibles que revele donde se encuentran las humanas y la joven Tariel, pero no habló.

MutansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora