𝗘𝗣. 31

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—  🍂  ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ

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—  🍂 ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ

La luz de la mañana se coló tenue por la ventana. Leah aún dormía, envuelta en su manta como si así pudiera mantener a Kalani a su lado un día más. Kalani se quedó unos segundos observándola, el corazón apretado, los ojos vidriosos. Esa sería la última mañana que despertaría así, en la reserva, con todo el día por vivir.

Se levantó sin hacer ruido. Bajó las escaleras descalza, sintiendo que cada paso la acercaba más al final de todo lo que amaba.

Y ahí estaba él. Apoyado en el capó del auto de Sam, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Paul.

Cuando la vio, su expresión cambió. Se le desarmó el alma en los ojos.

Kalani corrió hacia él sin decir nada, y él la atrapó como si el mundo fuera a robársela en ese instante. Se quedaron así, fundidos, pegados, con los corazones latiendo demasiado fuerte, demasiado rápido.

- ¿Lista para desaparecer conmigo unas horas? - Murmuró él contra su cabello.

Ella asintió sin separarse.
Él no la soltó ni por un segundo.

Paul la llevó a un rincón perdido del bosque, uno que nunca había compartido con nadie. Un claro escondido entre árboles centenarios, con un riachuelo que susurraba entre piedras cubiertas de musgo. Allí no existía el tiempo. No existía el dolor. Solo ellos.

- Este lugar es tuyo - Le dijo Paul, sentándose en una roca mientras ella se acomodaba a su lado.

- ¿Por qué nunca antes me lo mostraste?

- No estoy seguro, siempre había venido solo y hace un tiempo que no veía. Este lugar era mío, pero quiero que sea tuyo también... tienes que prometer que cuando regreses, vendrás conmigo.

Kalani lo miró, con los ojos empañados. Lo besó despacio, con una ternura tan intensa que dolía.

- Yo no quiero que nada de esto se acabe.

- No se va a acabar - Susurró él con voz rota - Solo va a doler un poquito.

Después de una mañana en el bosque, los des llegaron a la casa del mayor y se refugiaron en la habitación. Kalani se envolvió en una de sus camisas, esa que siempre olía a él. Él la observó como si quisiera memorizar cada línea de su cuerpo, cada movimiento, cada sombra de su rostro. Cada respiro.

Entonces, Paul sacó un cuaderno de cuero gastado - Esto es para ti... pero prométeme que no lo vas a abrir todavía.

Kalani lo tomó con cuidado, sintiendo de inmediato el peso emocional que tenía.

- ¿Qué es?

- Cartas. Desde el primer día en que regresaste, de cuando me imprimé de ti, de todos los momentos. Te escribí incluso cuando no sabía si iba a tener el valor de dártelas. Cosas que nunca supe cómo decirte, que me daba miedo que arruinaran lo que teníamos... y ahora me da más miedo que te vayas sin leerlas.

𝗣𝗥𝝝𝗧𝗘𝗖𝗧𝗜𝝝𝗡  |  ᴾᴬᵁᴸ  ᴸᴬᴴᴼᵀᴱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora